Miguel Puertas vivió un sinfín de aventuras para regresar en casa en la edición del Dakar disputado en 2004
Miguel Puertas, en una imagen de un Dakar pretérito.
Yo me apunté a mi primer Dakar, en el año 2004… antes incluso de tener una moto. Me encantaba la carrera, pero yo no había montado en moto por entonces. En aquellos tiempos no se hacía ninguna selección, así que se podían hacer esas cosas. Me quedé tirado en la etapa 9, entre Atar y Tidjikah. Como pasaba entonces, cuando abandonabas, un helicóptero te localizaba y después pasaba a por ti el camión-balais (camión escoba). En mi caso llegó al día siguiente, tuve que pasar la noche en las dunas y llegamos al campamento en la madrugada. Ibas en un contenedor pequeño, que tenía ocho asientos y una única trampilla por arriba, de 30×30 como mucho, para ventilar. Íbamos 13 pilotos dentro, durante 300 kilómetros de dunas y piedras. Allí la gente se mareaba, vomitaba… Estuve 13 horas metido ahí.
Llegamos a un campamento que la carrera ya había dejado el día anterior, por lo que ya estaba medio desmontado… y allí nos dejaron a los 13. En esa situación ya tenías que apañártelas tú para volver a casa. Estábamos como a dos kilómetros de Tidjikah. Yo me junté con uno de Guatemala y uno de Australia y fuimos hacia un poblado en el que había luces pero no pasaba ninguna carretera. Tocamos en varias casas hasta que en una nos dejaron dormir dentro, en el suelo. Con el poco dinero que teníamos intentamos, ya desde el día siguiente, llegar a la capital de Mauritania, Nuakchot. Tardamos dos días más… Utilizábamos los coches que transportaban el ganado para movernos con ellos, usando un mapa, sin GPS ni nada. Llegué a Nuakchot sin dinero, vestido aún con la ropa de moto… con la suerte de que me encontré a Manolo Plaza, que se le había roto el coche y estaba también volviendo. Me dejó dinero para comprar unas chanclas, una camiseta y un pantalón.
Puertas, en un posado antes de la disputa de un Dakar.
Tardó una eternidad en volver
Ahí ya pude llamar a casa y contactar, a través de un tercero, con un amigo que venía siguiendo el recorrido con su coche, aunque por la costa atlántica, como a 500 kilómetros de la ruta de la carrera. Le dijeron dónde estaba yo y pudo venir a por mí con su Patrol y llevarme a España. Llegué a casa nueve días después de retirarme. Llegamos un jueves… ¡y el Dakar había acabado el domingo anterior! Quedaban cinco días de carrera y yo con la odisea para volver tardé nueve. Entonces no te evacuaban si no habías muerto o tenías heridas graves. De hecho, entre los 13 del camión-balais había gente lesionada, uno con un corte en la cabeza… Para más inri, en aquel Dakar –que fue el más duro, seguramente, de la historia– se cancelaron dos etapas justo después de donde me quedé yo para reiniciar después del día de descanso. Si hubiese llegado a aquella meta después habría tenido tres días de recuperación antes de tener que seguir. Después de aquella experiencia dije… “esto es lo mío”. Ahora ya sabía cómo tenía que prepararme (posteriormente Puertas llegó a completar nueve ediciones consecutivas…).