
Marc Márquez hace un gesto de llevarse la mano a la oreja.
Un Marc Márquez a todo volumen pudo con Mugello. En realidad, este año puede con todo lo que se le pone por delante. Ya no hay pistas desfavorables para él, como era el caso de Qatar, donde ya logró el pleno. Lo mismo sucedía con el trazado de la Toscana, pero en 2025 tiene algo más que el resto. “Él ha estado tantos años en Honda que se le dice que es un circuito malo para él cuando era malo un poco también para Honda. Ahora, estando en una Ducati, puede ser rápido en todos los circuitos, que es lo bueno de esta moto”, aclara con razón Álex. “Es Marc, siempre te hace la magia esa, donde él pierde siempre acaba encontrando el modo de ir rápido”, añadía.
Pero es que el GP de Italia tiene algo más para él, por las rivalidades del pasado con Valentino Rossi, presente en la instalación transalpina, que algunos no olvidan. Siempre le pitan o hasta aplauden alguna caída. Ni de rojo, o granate oscuro por la decoración especial, se libra de ese perenne rencor con el que convive.

Marc lidera.
El octocampeón supo silenciar a los ‘tifosi’ tras los gritos que daban cada vez que el combativo Bagnaia le superaba al comienzo. Al subir al podio, le silbaron unos cuantos. Hasta se lo toma a broma y ensalzó a Tardozzi, su jefe de equipo, que el sábado se encaró con ellos. “Es uno de los años que mejor vi eso. Aprecio mucho el gesto de Tardozzi. En este caso me defiende a mí, pero también a los pilotos Ducati, como hizo con otros. Él apoyaba a los que animaban a Pecco, que es el héroe local. También pitaron a Álex, que sólo tiene el apellido y no hizo nada malo”, proclamó.
Porque por mucho que Bagnaia forzara hasta el límite, el que más guerra le dio fue el de siempre. “Estoy en uno de los mejores momentos de mi carrera, pero Álex está siempre ahí. Por ahora, estoy disfrutando con el momento de la familia”, soltaba.
Para no olvidar
Fue un día para recordar para el leridano en muchos sentidos. Por vencer con una moto italiana en casa de Ducati. “Sabía que era especial para ellos, que era importante”, expuso. También por el número: la 93 del número 93. “Fue todo muy bonito, como el desfile o la bandera en la tribuna de los ‘ducatistas’”, afirmó. Porque, sin buscarlo, imitó a Jorge Lorenzo, plantando una bandera en la tierra en frente del público, como hacía el pentacampeón en ocasiones.
Mazazo moral para Pecco
Igualmente fue vital en lo moral. No todo eran alegrías en el box de Ducati. Pecco Bagnaia estaba hundido. Creía en su renacimiento, pero acabó con las complicaciones de siempre. “Sí, tenemos un problema. Me da rabia porque no estamos ni en condiciones de luchar. Cada vez que me acercaba a Álex, me arriesgaba a caerme”, decía desconsolado. No en vano está ya a 110 puntos de su vecino de box y a 70 del de Gresini. El gran triunfador ya le saca 40 a su vecino… de sofá.