Es difícil dilucidar si estas dos leyendas de la F1 han arriesgado más al fichar por Ferrari y Aston Martin o es precisamente al revés…
Adrian Newey y Lewis Hamilton.
Las trayectorias de Lewis Hamilton y Adrian Newey están plagadas de triunfos que han marcado la historia de la F1, cada uno en lo suyo. Pero eso no es óbice para recalcar que si ellos han hecho dos apuestas de futuro arriesgadas, quizá sean más arriesgadas para sus empleadores, Ferrari y Lawrence Stroll.
La apuesta de Lewis Hamilton por Ferrari tuvo su primer chispazo el sábado con pole y mini victoria, pero no despegó el pasado fin de semana ni deportivamente, ni reglamentariamente. No se recuerda algo similar en Mercedes. La decepción de Melbourne es poco para cómo se debe sentir ahora el heptacampeón. El británico por lo menos está por delante de Charles Leclerc, El Predestinado como lo apodaban en Ferrari, aunque eso es poco consuelo para él, ya que parece que no va a tener ninguna opción a nada importante esta temporada, después de ver el rendimiento de los Ferrari respecto a los tenores de la categoría.
De momento a Lewis, que celebró su victoria del sábado como si hubiese sido de verdad un Gran Premio, no parece que la apuesta le esté saliendo bien y no es culpa suya, sino de Ferrari. El problema de que Hamilton no haga algo para lo que se le ha contratado está en la propia Scuderia, que de momento no puede estar a su altura. Es Hamilton el que ganó el sábado y no el Ferrari, que sin él estaría de nuevo donde estaba, por detrás de McLaren. Personal que estaba en Ferrari el año pasado ya avisó: “Hamilton no sabe a dónde va, ni Ferrari quién viene”. Ahí está el resumen de lo que es el inicio de temporada para la dupla más mediática, hasta ahora.
Lewis Hamilton, en Albert Park.
Newey, con poco margen
Por su parte, Newey podía haber ido a Ferrari junto a Hamilton, pero el ingeniero no está para sobresaltos ni para meterse en el avispero que siempre ha sido Scuderia. Quería algo a sus pies, algo en el que sentirse el jefe absoluto y eso lo ha encontrado en Aston Martin, empresa de la que le han hecho accionista también. Así que con despacho y habitación para tomarse su té tranquilamente, tiene por delante el difícil cometido de hacer del monoplaza, nacido Jordan, un coche ganador que ya lo era con Eddie, al menos en cuatro carreras, y después vino el triunfo aislado de Checo Pérez en Bahréin durante la pandemia y el resto sequía absoluta.
A Newey, además de las habitaciones y la mesa de dibujo, le han puesto un equipo de 1.000 personas a su disposición y ahí es donde se la juega. Mientras Rob Marshall hace volar los McLaren, el ex de Red Bull tiene que hacer que despegue el por ahora torpe Aston Martin y no lo va a tener fácil. La nueva reglamentación deja opciones a inventos y algún truco genial, pero si no es así lo va a tener complicado justificar que el coche del 2026 no sea ganador o habitual de los podios.
Quizá el primer año, si el coche logra volver al podio con asiduidad, Newey pueda tener un margen de maniobra. Si no sale bien a la primera, se podrá enderezar el asunto para el 2027 con todos los elementos de la fábrica ya rodados y a pleno rendimiento, pero el crédito de Newey es de dos temporadas y ahí sí que se la juega.
En el 26 aún podrá contar con Fernando Alonso para intentar el milagro del tercer título, pero en el 27 la situación será más complicada, básicamente porque en el equipo han de encontrar otro piloto capaz de luchar por el título y no abundan. Lawrence disfrutaría con que Newey se tomara el 26 para experimentar y el 27 para hacer un Brawn 2009, un coche que arrase y ahí el aspirante a campeón sería, obviamente, Lance Stroll, sea quien fuera su compañero de equipo.