“¿Eso es lo que quieren ver?”
Con esa frase desafiante, Angel Reese rompió el silencio tras protagonizar una de las escenas más polémicas de la temporada. Fueron 15 segundos explosivos que no solo dividieron a la afición, sino que dejaron a muchos preguntándose si la WNBA acaba de retroceder décadas en su lucha por el respeto y la equidad.
Durante un momento tenso en el último partido, Reese fue captada en video encarándose intensamente con una jugadora rival, soltando una celebración que para unos fue “emotiva y poderosa”, y para otros, simplemente una provocación innecesaria. El gesto, similar al que alguna vez generó controversia en el baloncesto universitario, volvió a poner a Reese en el centro del debate nacional.
Lo que debía ser solo una jugada más del partido, se convirtió en un momento viral: en redes sociales, clips de esos 15 segundos acumularon millones de vistas en cuestión de horas. Mientras unos defendían a Reese como una jugadora apasionada y auténtica, otros la acusaban de dañar la imagen de la liga.
“No es sobre competir. Es sobre respeto. Lo que hizo Angel Reese en esos segundos echó por tierra años de avance,” escribió un periodista deportivo.
Pero Reese no se quedó callada. En una entrevista posterior, con el rostro serio y desafiante, respondió:
“¿Eso es lo que quieren ver? ¿Una mujer negra callada, sumisa, que no celebre sus logros? No soy esa persona. Nunca lo seré.”
Sus palabras encendieron aún más la discusión. Algunos la acusaron de jugar la “carta racial”, mientras otros la aplaudieron por visibilizar el doble estándar al que son sometidas las atletas afroamericanas: cuando celebran, son arrogantes; cuando se callan, son invisibles.
El comentarista Stephen A. Smith también opinó en su programa:
“Angel Reese no es el problema. El problema es que a la gente le incomoda ver a una mujer negra brillar sin pedir permiso.”
Mientras tanto, en la WNBA, se rumora que podrían tomar medidas disciplinarias, aunque hasta el momento no hay nada confirmado. Lo que sí es evidente es que este episodio ha revelado las profundas tensiones que todavía existen en torno a la identidad, la expresión y el papel de la mujer en el deporte profesional.
Lo sucedido con Reese no es solo una polémica pasajera, sino un recordatorio de que la WNBA todavía enfrenta barreras invisibles y que la lucha por la representación real y el respeto continúa… incluso, dentro de la misma cancha.