El número 2 del mundo prioriza su preparación para el Us Open y se salta el arranque de la gira americana

Carlos Alcaraz tampoco jugó el año pasado el Masters 1000 de Canadá.
Carlos Alcaraz toma una decisión que, hace no tanto, habría sido mal vista: parar. Renunciar a Toronto, torneo que da puntos y ritmo. Pero el murciano no juega con el piloto automático. Y en 2025, con el calendario al rojo vivo, tener cabeza pesa tanto como tener brazo.
Alcaraz, como Djokovic, Draper o Sinner, no estarán en el primer Masters 1000 de la gira norteamericana. Y aunque su baja pueda interpretarse como una oportunidad desperdiciada, en realidad responde a una lectura inteligente: llegar fresco cuando más cuenta.
La fatiga no se ve, pero se siente
El ganador de 5 Grand Slam arrastra muchas semanas de intensidad, tanto física como emocional. La gira de tierra batida lo exprimió. Wimbledon lo exigió. La suma empieza a notarse en cada gesto, en cada entrenamiento.
Y aquí entra la diferencia entre un jugador que compite y uno que lo hace con visión. En lugar de forzar la máquina, Charly opta por afilarla. Descansa no por debilidad, sino por madurez. Porque sabe que el tenis no se gana solo desde la pista, sino también desde la gestión.

Carlos Alcaraz celebra un punto en el torneo de Queen’s.
¿Perder rodaje…o ganar piernas?
El debate está servido. No jugar en Canadá implica perder ritmo competitivo, sí. También exposición, partidos duros, ajustes en pista dura. Pero el parón puede tener más valor del que parece. Lo físico es parte del argumento, pero lo mental no es lo de menos.
Este deporte es agotador. Requiere energía, aunque también hambre. Y esa hambre, si no se cuida, se quema. Parar ahora puede ser lo que le permita llegar a Cincinnati con chispa y al US Open con fuego. ¿Riesgo? Claro. Pero es un riesgo calculado.
Cincinnati como puente y prueba
El tenista español llegará a Ohio (del 7 al 18 de agosto) sin partidos previos en esta superficie. Habrá quien lo critique, pero si rinde en el torneo americano, si recupera su velocidad, su agresividad, su tenis eléctrico…todo encajará. Porque este parón no tiene sentido si no va acompañado de una reactivación rápida.
Cincinnati será termómetro y trampolín. El punto donde sabremos si su hoja de ruta es la correcta o no. Pero no hay que olvidar una cosa: las decisiones valientes no siempre buscan el éxito inmediato. A veces apuntan más lejos.

El año pasado, el tenista murciano cayó en su debut en Cincinnati.
El US Open, el verdadero objetivo
En Nueva York ganó su primer grande y hacia allí va su mirada. En Flushing Meadows no gana el que más ha jugado en verano, gana el que llega más entero, el que no arrastra cansancio, el que no llega con el depósito en rojo.
Alcaraz quiere volver a brillar en el cemento neoyorquino, y para eso, prefiere parar antes de que el cuerpo se lo exija por las malas. Puede que pierda algo de forma, puede que le falte un poco de ritmo, pero llegará más fino de piernas… y de ideas. Veremos si la pausa da frutos. El veredicto, en Cincinnati y en el último Grand Slam del año.