La alianza entre la distinción de la firma suiza y la leyenda de Roland Garros alcanzan su cumbre en 2025

EFE
recisión, elegancia, tradición y excelencia. Pongamos que hablo de Roland Garros, donde el tenis en tierra batida se disfruta como la ópera en La Scala de Milán, donde la victoria pertenece a los más tenaces, donde el épico juego de la raqueta necesita resistencia, inteligencia táctica y toque de dioses. El torneo, cuyo nombre es el de un aviador de combate (el primero que libró una batalla aérea durante la Gran Guerra) y que se juega en París desde 1891, completó desde 2019 el ‘Grand Slam’ de Rolex, que marca las horas con su primorosa exactitud y su toque de distinción en los cuatro grandes torneos del circuito. Fueron días de gloria para Carlos Alcaraz, que levantó por segundo año consecutivo la Copa de los Mosqueteros, y para la estadounidense Coco Gauff, que se estrenó en el laborioso torneo del polvo de ladrillo y la inconfundible pista de color naranja, sólo al alcance de los más audaces y pereverantes.
El peso de la historia
La historia se palpa en Roland Garros, el peso de millones de raquetazos de grandeza que otorgan salvoconductos al país posteridad. Nada se deja al azar en las instalaciones ubicadas en el distrito XVI de París, siempre fresco y húmedo. Como si se tratara de un plato de la alta cocina francesa, con todos los ingredientes colocados en una deliciosa armonía que te alimenta por los ojos a primera vista, el recinto de 8,5 hectáreas, con dos grandes estadios y 20 pistas, te acoge con su delicado aroma a tenis de toda la vida, con el calor de los fervorosos aficionados, que viven su momento deportivo del año, con su singular oferta de ocio y alta competición, una mezcla fantástica en los eventos deportivos del siglo XXI. Hasta el mito Rafa Nadal te saluda con su estatua, justo encima del fantástico museo en homenaje al ganador de 14 títulos.

Coco Gauff levanta el trofeo como campeona de Roland Garros.
Alrededor de 690.000 fans asistieron al torneo durante los 16 días que dura, incluida la fase previa. Posiblemente junto al Tour de Francia sea el evento deportivo del año para Francia, una cita que se espera con devoción, dos semanas santas para los aficionados al tenis que se acercan a las instalaciones construidas para conmemorar el triunfo galo en la Copa Davis de 1927. René Lacoste, Henri Cochet, Jean Borotra y Jacques Brugnon, los Cuatro Mosqueteros, debían defender en 1928 el título ganado en suelo americano. París se merecía una pista acorde a su hazaña. Y desde entonces el torneo de tenis más importante en tierra batilla se juega allí.
Delicada organización
La delicada organización liderada por la encantadora Amelie Mauresmo, el cuidado del más mínimo detalle para el bienestar de los héroes de la tierra (desde espacios para cuidar la salud mental, lugares tranquilos y apartados para el recreo y un fantástico comedor abierto las 24 horas hasta una sala con velas y camas dotadas con gafas de realidad virtual para trasladarte a otro mundo y evadirte de la presión), la delicada gastronomía y el espectáculo apabullante del tenis más puro y laborioso (el que se juega sobre polvo de ladrillo) convierten a Roland Garros en la cumbre de la temporada tenística.
De ahí la alianza entre el lujo de Rolex y una de las grandes leyendas del deporte, los Internacionales de Francia, conocidos popularmente con el nombre del primer aviador que sobrevoló el Mediterráneo. Una simbiosis de altos vuelos.
Desde 2019, el matrimonio Roland Garros y Rolex vive en una eterna luna de miel. Fue el último Grand Slam del circuito en tener como reloj oficial a la emblemática firma suiza, que empezó a vincularse con el tenis en 1978, en Wimbledon, y también marca las horas en el Open de Australia y en el US Open, y en otros grandes torneos del calendario tenístico como Indian Wells, Montecarlo, Roma o Madrid. El conocidísimo reloj es como la red, indispensable para el juego. Forma parte del inconfundible paisaje de Roland Garros y otros tantos grandes eventos mundiales. El branding de Rolex aparece además en pantallas, redes sociales del torneo y material promocional.
Búsqueda de la excelencia
El patrocinio no parece una estrategia de marketing o ventas. La búsqueda de la excelencia y el afán de mejora y continua innovación encontró en el deporte, en las pruebas de resistencia automovilística como las 500 millas de Daytona (origen del icónico modelo de la marca) y en las grandes regatas de vela, un magnífico aliado que dio paso a la vinculación con los referentes del tenis, uno de los deportes más populares y accesibles del mundo, una fábrica de ídolos en todo el mundo. Porque las grandes estrellas y las mejores competiciones aspiran a los más altos estándares de calidad. Roland Garros representó, por tanto, un paso importante en la expansión de la marca suiza en un mundo selecto, preciso y emotivo como el tenis, un paraíso de la épica.

Sinner y Alcaraz posan con sus trofeos tras la memorable final de 2025
Como en todos los Grand Slam, Rolex se encarga del cronometraje de los partidos y su logo, su conocidísima corona sobre el fondo verde, está presente en los relojes de la Philipp Chatrier, el estadio principal, y los de la Suzanne Lenglen. Su imagen está fuertemente asociada con la precisión y el prestigio incuestionable que siempre envuelve al torneo parisino.
Borg, Evert, Federer, la senda de los mitos
Rolex tiene tino para elegir a sus embajadores del tenis. Desde Björn Borg, la primera superestrella del tenis, el hombre que revolucionó este juego para inaugurar la era moderna, hasta Jim Courier, dos veces ganador de Roland Garros, la firma suiza ha dado pasos de gigante en su expansión en este deporte desde el inicio de su vinculación en 1978 con Wimbledon. Sin embargo, hay un antes y un después para Rolex, que hoy cuenta con Chris Evert, Swiatek y Gauff, ganadora en 2025, como algunos de sus testimoniales.
Ocurrió en 2006. Roger Federer había ganado seis de sus 20 Grand Slam. Con pasaporte suizo, el compatriota representaba el modelo ideal para el despegue ‘tenístico’ y publicitario a nivel mundial de Rolex. El súper clase firmaba como testimonial por la firma suiza para cambiar los estándares de patrocinio dentro de la marca. Su vinculación es de por vida. Se convirtió en el estandarte ideal para Rolex.

Roger Fererer, con un Rolex y el trofeo de campeón de Roland Garros en 2009
La filosofía de Rolex es apoyar a los mejores deportistas y eventos. Los dos grandes campeones de 2025, Alcaraz y Gauff, son testimoniales, embajadores de la marca. Y con un Rolex Daytona último modelo, Carlitos entró en la historia del tenis. Ganó a Yannik Sinner (otro patrocinado por la firma) en la final más larga de la historia del torneo, 5 horas y 29 minutos, para conquistar su quinto Grand Slam con apenas 22 años y 34 días.
El cronometraje celestial dio la vuelta al mundo porque nunca se había vivido nada igual. Fue la primera final en la historia de Roland Garros que se decidió en un ‘super tie break’. Lo del murciano fue un ejemplo de resistencia, tenacidad y superación y la búsqueda de la excelencia rematada por ese grandioso ‘passing’ final para rematar una victoria, y un partido, para la historia de este deporte. Rolex lo midió. Tiempo de gloria.