Pasó de casi dejar el deporte, a situar de nuevo en el mapa a un país que sumaba 28 años sin estar en la élite.
Renata Zarazúa es el nombre que resuena con fuerza en el corazón del tenis mexicano, un deporte que durante años guardó silencio y esperando una razón para soñar. Durante tanto tiempo, el país miraba al horizonte con esperanza, pero sin la certeza de que la alegría llegaría. Hoy, con cada raquetazo suyo, México late al unísono, y sus victorias resuenan como un himno vibrante de optimismo y gloria.
Ahora, acaba de calificar a la segunda ronda del Australian Open después de imponerse a la estadounidense Taylor Townsend. Se medirá ni más ni menos que a una Top 5: Jasmine Paolini (4°).
No hace mucho, el eco de la tristeza aún dominaba, y el camino hacia la gloria parecía algo lejano. Pero Renata, con su incansable lucha y pasión, logró cambiar el rumbo, transformando la espera en una celebración que se siente como un merecido respiro de esperanza.
Nacida en la Ciudad de México, en un ambiente donde el deporte no era el principal foco, su familia le proporcionó inmediatamente el amor y el apoyo para perseguir sus sueños.
Desde pequeña, mostró una pasión por el tenis, la cual la deslumbraba con su dinamismo y exigencia. Sin embargo, el camino hacia el éxito no fue fácil. Durante su carrera, Renata se enfrentó a desafíos que pusieron a prueba no solo su resistencia física, sino también su fortaleza mental.
En sus primeros pasos en el circuito profesional, se dio cuenta de que, para sobresalir en un ámbito tan competitivo, debía enfrentarse a la incertidumbre constante, la falta de recursos y las dificultades para acceder a entrenadores de primera línea. Las circunstancias económicas no siempre le permitieron viajar o entrenar en condiciones idóneas, y muchas veces debió jugar torneos con un equipo limitado y sin preparación. En muchas ocasiones, se sintió al borde de la desesperación, viendo cómo otras jugadoras de su generación lograban oportunidades que ella no podía alcanzar.
A medida que iba avanzando, el tenis le enseñó otra lección difícil: la soledad. Enfrentarse al circuito internacional como una jugadora mexicana, con la falta de patrocinadores, se volvía una batalla diaria. Las derrotas se acumulaban y, a pesar de su talento, las alegrías parecían escasas. La presión aumentó, no sólo por los resultados en la cancha, sino también por las expectativas que comenzaban a recaer sobre ella como la figura más destacada del tenis femenino en su país.
Su ‘breakpoint’ mental: aferrarse al tenis o no
Lo más difícil no representó lo que sucedía en la cancha, sino lo que ocurría en su mente. Los pensamientos negativos y las dudas constantes empezaron a minar su confianza. Hubo momentos en los que se preguntó si realmente valía la pena seguir luchando, si el sacrificio y las interminables horas de trabajo valían el precio que estaba pagando. La frustración la llevó a un punto de quiebre, donde incluso pensó en abandonar su profesión para siempre. La idea de retirarse rondó su mente, y estuvo a punto de tomar la decisión.
“Hace como dos años pasé como por mucho estrés, jugar en México era cómo: ‘no, imposible’. Tenía muchas cosas que como que no la estaba pasando bien y al final dije: ‘bueno, el tenis en vez de traerme emociones y estar contenta, me está trayendo problemas de salud mental.
“Por eso dije: ‘no, voy a intentar dar una chance más, ser madura y ver si arreglo mi problema mental, puedo arreglar mi rendimiento**’**. Y así sucedió”, contó en una entrevista con el Esto.
Algo en su interior, una fuerza que desconocía, la hizo levantarse una vez más. Entendió que los pensamientos intrusivos no la definían, que cada caída era solo una oportunidad de aprender, y que no había camino fácil, aunque sí uno lleno de gratitud por lo que había logrado.
Entonces comenzó a rodearse de personas que creían en ella y la motivaban a seguir adelante: su sangre, los amigos y su equipo de trabajo. ¿Lo más importante? El amor que ella misma empezó a sentir por el tenis nuevamente.
Por un 2025 igual o aún mejor
Zarazúa se marcó como propósito de Año Nuevo el desafío de superar su destacado 2024. El pasado demostró ser el más exitoso, alcanzando el puesto 51 en el ranking mundial y participando en los cuatro Grand Slams en una sola temporada, una hazaña que rompió casi tres décadas de ausencia mexicana en estos prestigiosos torneos.
Con este logro como base, Zarazúa se propone exceder su nivel en 2025. A sus 27 años, ocupa el puesto 70 en la clasificación de la WTA y dispone de la oportunidad, por segunda vez consecutiva, de competir en el Abierto de Australia**, Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos**, los más reconocidos globalmente.
Renata, conocida por su dedicación y sacrificio a lo largo de su trayectoria, voló el 23 de diciembre hacia Brisbane para participar en el torneo WTA 500, pasando la Nochebuena en el aire y celebrando la Navidad lejos de su familia.
En este evento, terminó siendo eliminada en la segunda ronda por la número uno del mundo, Aryna Sabalenka, enfrentándose a las mejores jugadoras del circuito.
Tras esa derrota, Renata siguió su camino en Australia y participó en el Hobart International, donde llegó hasta los Octavos de Final, tras vencer a la italiana Lucia Bronzetti con parciales de 6-4 y 6-3. Una actuación para enmarcar, dado que un mexicano no triunfaba en dicho certamen a partir del 2000, cuando lo hizo Angelica Gavaldón.
En la fase subsecuente resultó derrotada por la belga Elise Mertens, ubicada 34°, con un marcador de 4-6 y 3-6.
Actualmente, Renata Zarazúa es mucho más que una tenista; es un faro de resiliencia y determinación. A pesar de que la fama y el reconocimiento llegaron más tarde de lo esperado, su historia se ha convertido en una fuente de inspiración para todos aquellos que alguna vez sintieron que el camino se llenaba de piedras. Su regreso a los grandes escenarios del tenis, disputando los cuatro Grand Slams también en 2025, es un testimonio del poder de no rendirse nunca. Su éxito trasciende el deporte, porque es una victoria sobre sí misma, sobre los miedos y las dudas que intentaron derribarla.
Renata no solo ha conquistado la cancha, sino que ha demostrado que la verdadera lucha se libra en el corazón y la mente. Su pasión, fe inquebrantable y capacidad de sobreponerse a los obstáculos son prueba de que los límites solo existen en quien los teme. Su historia aún está en pleno desarrollo, mas ya es un legado de valentía que trasciende el tenis. Un recordatorio de que, incluso cuando el camino se torna más empinado, siempre hay una razón para mirar adelante y devolver el saque con aún más fuerza.