Hizo la pole el sábado y cometió un grave error el domingo que les costó el triunfo a su equipo.

Valentino Rossi fue ángel y diablo en las 6 Horas de Imola.
Valentino Rossi dio el salto a las cuatro ruedas hace ya cuatro años, pero este fin de semana vivió su primera gran batalla mundialista en las 6 Horas de Imola, en la que pasó de héroe a villano en menos de 24 Horas.
El ’46’ ya cuenta en su trayectoria con tres años de experiencia en GT, en un campeonato de buen nivel, el GT World Challenge, y una en el Mundial de Resistencia como piloto oficial de BMW en la categoría LMGT3. Junto a sus compañeros de tripulación en el WEC ha tenido buenos resultados, pero su momento de gloria (y después de ) lo ha vivido precisamente en su carrera de casa.
La primera pole, en casa
Valentino Rossi es el piloto de categoría Plata del BMW #46 del equipo alemán WRT (junto al bronce Ahmad Al-Harthy y al platino Van der Linde). Como tal (por reglamento), es el encargado de disputar la sesión definitiva de clasificación, la Hyperpole… siempre que el piloto bronce consiga superar la primera fase (la llamada Clasificación) entre los diez primeros. Eso es lo que sucedió el sábado en las 6 Horas de Imola.

Rossi logró, en primera persona, la pole position para las 6 horas de Imola
Rossi logró su primer gran éxito individual como piloto del Mundial de Resistencia al firmar la pole position para la cita italiana por delante del Lexus de Clemens Schmid y del Aston Martin de Zacharie Robichon. Esa primera pole del italiano dejaba a su coche en una posición privilegiada para lograr su primer triunfo en el WEC.
Sin embargo, el mismo que tocó el cielo el sábado (para delirio de los tifossi) bajó a los infiernos el domingo. Rossi, que se hizo acompañar por varios pilotos de MotoGP procedentes de su Academia (entre ellos Pecco Bagnaia o Franco Morbidelli), dejó a todos congelados con una maniobra de rookie cuando no se había llegado siquiera al ecuador de la carrera.
Un error que vale una victoria
Rossi, que había cogido el testigo de Al-Harthy, rodaba en segunda posición, pegado al alerón trasero del Ferrari #21 de Heriau, Mann y Rovera. El italiano, claramente más rápido, trató de pasar a Simon Mann en la segunda de Rivazza por el interior, un sitio más que complicado y, claro… salió mal.
Rossi tocó al Ferrari y lo lanzó contra las barreras, mientras que su BMW salió intacto del incidente… aunque por poco tiempo ya que los comisarios le impusieron un drive through que sacó al #46 de la cabeza.
Pese a todo, Kelvin Van der Linde estuvo a punto de darle el triunfo en el tramo final ya que recuperó toda la distancia perdida por el nueve veces campeón del mundo y llegó a las dos últimas vueltas a la estela del Porsche de Hardwick, Pera y Lietz, pero no encontró el hueco para superarle (la estrecha pista de Imola no lo ponía fácil… como un par de horas antes descubrió el ’46’).
Sabedor de lo que le había costado la acción a su equipo, The Doctor asumía el mea culpa: “Tengo sensaciones mezcladas porque el podio es un buen resultado… pero podíamos haber ganado“, reconocía. “Cometí un error y golpeé al Ferrari en un intento de adelantamiento. La penalización nos costó la victoria. Lo siento mucho”.

El BMW #46 de Rossi, durante la carrera.
Al menos, el segundo puesto en Imola es el mejor resultado de su equipo, igualando el mismo resultado logrado el año pasado en el Enzo y Dino Ferrari. El destino de Valentino Rossi está escrito: disputar a corto plazo las 24 Horas de Le Mans al volante del BMW M V8 Hybrid de la categoría Hypercar. Pero para ello debe aprender estas lecciones