Brandon Peniche no necesita presentación: con 20 telenovelas en su currículum y un récord de memes virales por Las Hijas de la Señora García, se ha ganado un lugar en el corazón del público mexicano. Pero detrás del actor versátil y el conductor carismático hay una historia de disciplina heredada (“mi papá me enseñó a respetar este arte”) y sueños que se construyen sin descanso.
En entrevista para Ambiance, habla de su transformación en Arturo Portilla, el personaje que “detona caos y redención”, sus trucos para equilibrar fama y familia, y por qué 2025 podría ser el año en que se convierta en productor.
Brandon, iniciaste tu carrera actoral en 1997 y has participado en diversas telenovelas exitosas. ¿Qué te motivó a seguir los pasos de tu padre, Arturo Peniche, en el mundo de la actuación?
Bueno, yo creo que lo que me motivó hoy es la pasión que le ponía mi papá. Crecí viendo eso: el respeto a su carrera, cómo se apasionaba hablando del tema. Entonces eso fue como un incentivo para, pues seguir en esto, ¿no? Y conforme iba haciendo cada vez más cosas desde pequeño, me enamoraba más de la actuación. Hoy por hoy, esto es lo que más me mueve el alma.
A lo largo de tu trayectoria, has interpretado una variedad de personajes. ¿Hay algún papel que consideres un punto de inflexión en tu carrera?
¡Claro que sí! Creo que hay personajes que marcaron un antes y un después. Pero también te digo: en este medio siempre tienes que ir subiendo la apuesta. Cada vez buscas roles más grandes, más intensos. En mi caso, varios personajes me han ido llevando paso a paso hasta donde estoy ahora. Hoy me siento afortunadísimo, bendecido de verdad. Estar en el horario estelar de la televisora más grande del mundo… eso no es cualquier cosa, ¿me entiendes?
Además de la actuación, has incursionado en la conducción de programas como Venga la Alegría. ¿Cómo ha sido esa experiencia?
La conducción llegó en un momento clave: justo cuando supe que sería papá. Me dieron la oportunidad de conducir Miss Universo y Mexicana Universal. Ahí vieron que tenía potencial, aunque sí, ¡me faltaba pulir un montón de cosas! Pero tenía las ganas. Fue crucial porque en plena pandemia, cuando el 90% de las producciones pararon, yo seguí aprendiendo. La conducción te da herramientas únicas: improvisación, contacto directo con la gente que hasta me sirvió para ser mejor actor. Fue una etapa que atesoro.
Has trabajado en Televisa, TV Azteca y otras productoras. ¿Qué aprendizajes te dejaron estas experiencias?
¡Trabajar en distintas televisoras es como estudiar en varias universidades! En Televisa aprendí disciplina pura, en Sony dominé el ritmo de las series, en TV Azteca me aventé la conducción en vivo. Cada equipo tiene su ADN, y eso te hace más versátil. No casarse con una sola forma de trabajar… ¡eso te enriquece como profesional!
¿Cómo equilibras tu vida profesional con ser esposo y padre?
Mira, siempre digo que somos personas normales con trabajos fuera de lo común. Si llevas cualquier carrera al límite —abogado, maestro, ingeniero— es demandante. Yo tengo dos templos: mi familia y mi trabajo. Cuando actúo, doy el 1000%; en casa, ese mismo 1000% es para mis hijos y mi esposa. Prefiero que me vean sudar la camiseta: quiero ser ejemplo de que los sueños se construyen con trabajo. ¿Es cansado? ¡Claro! Pero cuando amas lo que haces, el cansancio sabe a gloria.
En Las Hijas de la Señora García interpretas a Arturo Portilla. ¿Qué nos puedes contar sobre este personaje?
¡Es el detonante de toda la historia! Lo ves empezar como un mujeriego y terminar… bueno, sin spoilers. El reto fue hacerlo querible pese a sus errores. Tenía que ser empático pero firme, seductor pero vulnerable. ¡Hasta los memes en redes lo hicieron famoso! Junto a la Señora García, es de los personajes con más capas. Eso lo hace fascinante.
La trama aborda conflictos familiares fuertes. ¿Cómo te preparaste?
Dejé que el texto me guiara sin prejuicios. Hicimos mucho trabajo de mesa con el elenco: desmenuzábamos escenas para que los cambios de Arturo fueran creíbles. Lo chévere fue ver cómo cada actor le dio personalidad única a su rol, y el público terminó enganchándose con quien menos esperaba.
¿Cómo ha sido trabajar con un elenco tan destacado?
¡Imagínate! José Alberto Castro y los directores juntaron puros protagonistas. Lo mejor: cero egos. Todos jalábamos parejo para que la novela brillara. Cuando sumas talento y humildad el éxito llega solo.
La telenovela ha roto récords. ¿A qué atribuyes su conexión con el público?
¡Es una bomba de emociones con sabor mexicano! La versión turca ya era exitosa, pero aquí le dimos nuestra esencia. Hasta influencers que no veían telenovelas hicieron memes. Logramos mezclar drama clásico con un lenguaje fresco y la gente lo premió.
¿Qué destacarías de la dirección de José Alberto Castro?
El Güero es un genio de las telenovelas. Me dio mi primera gran oportunidad en La Malquerida y ahora repitió la fórmula mágica: casting perfecto, adaptación impecable y esa chispa que hace vibrar al público. ¡Es el arquitecto de este fenómeno!
¿Qué proyectos vienen para 2025?
Acabo de grabar siete meses seguidos… ¡pero el tren no para! En un mes empiezo castings. Quiero explorar cine, una serie arriesgada y otra telenovela. ¡Hasta me late producir! Como siempre digo: los tiempos de Dios son perfectos. ¡Vienen sorpresas chingonas!