Carlos Alcaraz afronta Roland-Garros 2025, que verás en Eurosport y Max, con la moral por las nubes, tras arrebatarle el título en Roma a Jannik Sinner en el regreso del número uno al circuito. Antes de defender su corona en París, hablamos en profundidad con Carlos Santos, primer entrenador del murciano y que desgrana a la perfección sus inicios en el libro ‘Alcaraz: La forja de un campeón’.
Como es bien sabido, las casualidades no existen. Por eso, Carlos Santos (Cartagena, 1981) atiende a Eurosport España justo después de que su actual pupilo, Pablo Álvarez, derrote en las semifinales del regional cadete de Murcia nada menos que a Jaime Alcaraz. El prometedor hermano pequeño de Carlitos cayó de forma contundente (6-0 y 6-1) ante el chaval cuyos pasos guía quien fuera maestro del número dos del mundo. “El partido ha estado muy disputado, han jugado muy bien los dos”. Qué pequeño es el mundo. Merece la pena adentrarse en el que nos plasma nuestro entrevistado en ‘Alcaraz: La forja de un campeón’ (Arzalia Ediciones, 2025), una obra fundamental y en primera persona sobre el modelaje de toda una estrella del deporte mundial.
Pregunta: Para los que no te conozcan, ¿quién es Carlos Santos?
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HACE UNA HORA
Respuesta: Carlos Santos es una persona a la que le apasiona el tenis. Desde muy pequeño, jugaba con mi padre. Me gustaba mucho jugar, pasaba tiempo libre jugando. Y una vez que terminé mis estudios de la licenciatura de Educación Física, tuve la oportunidad de entrenar con gente buena, que me aportó muchos conocimientos en el tenis. Y que la motivación y el aspecto de tener a los niños siempre enchufados, en movimiento, en edades tempranas era muy importante.
Y a partir de ahí empecé a desarrollar el método de trabajo, en el que mezclé el de dos entrenadores que tuve muy buenos: uno en la parte motivacional era el mejor, y otro en la parte técnica. Y ahí mezclé mi método y empecé con niños pequeños, de los cuales uno era Carlitos. Y a día de hoy sigo entrenando a gente, más basado en los chavales de competición: alevines, infantiles, cadete, júnior. Y sigo formándome, a nivel no sólo de tenis; también he hecho fisioterapia. Al final, estoy como muy inquieto, y veo que la formación es lo más importante.
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Autor del vídeo: Eurosport
Justo hablabas de Carlos Alcaraz. Tu primer encuentro con él fue también una suerte de examen de Carlos Alcaraz padre para ficharte para su club. ¿Cómo lo recuerdas?
Yo me iba a Murcia, me iba a vivir allí. Venía de entrenar con el otro entrenador que te he dicho, y eran amigos. Carlos padre conocía a ese entrenador y este me recomendó. Le dijo que Carlos Santos era la persona que necesitaba, porque estaba adquiriendo mucho conocimiento (a nivel formativo también), estaba disponible, era joven… Y nada, me reúno con el padre en el Club de Campo, enganchamos bien los dos, nos hablamos cara a cara, decimos lo que queremos, tanto él a mí como yo a él. Y me dispongo, con la mirada de su padre, a coger a Carlitos y al resto del grupo.
Era un grupo de niños pequeñitos, de 5 años. Carlitos iba a tercero de infantil. Me pongo a verle, a pelotear un poco con ellos, a jugar un poquito a ver qué tal. Y cuando les veo a los tres, que en ese momento eran tres, digo ‘qué grupo más majo, qué grupo más simpático, no sólo juegan bien al tenis, sino que son divertidos’. De esos niños que dices tú: ‘da gusto’. Ninguno así apático, no; niños con una predisposición excelente. Estamos una hora y pico, salgo y me dice Carlos padre: ‘¿Qué te parece el grupo, de los cuales uno es mi hijo?’. Y digo: ‘Pues el grupo me parece perfecto. Yo creo que vamos a encajar bien’. Y ahí empezamos.
En el libro, hablas de que uno de los pilares de tu método es la gamificación de los entrenamientos, que quizá sea uno de los motivos que expliquen por qué Carlitos trata de ser tan ordenado y tan correcto como tenista.
Para mí, es muy importante que los niños, e incluso los adultos, consigan las cosas y se diviertan. Entonces, el tema de gamificar un poquito todos los ejercicios era tenerles siempre enganchados. Si observas un partido de tenis, al final el marcador lo llevan en la cabeza. Tienen que estar todo el rato concentrados. Y el tema de gamificar los ejercicios y juegos es una de las maneras de tenerles enchufados. Pero no enchufados durante el entreno, sino fuera del entreno.
Ya venían predispuestos. ‘Carlos, ¿cuántos puntos llevo?’. ‘Mil puntos’. ‘¿Y cuántos lleva Pedro?’. ‘Dos mil.” Entonces, ya venían enganchados, con una predisposición excelente para entrenar. Les tenía enganchadísimos. Y luego, yo tenía una pizarra pequeñita y una libreta en la que iba apuntando todas esas cosas. Para mí, es superimportante tener a los niños –y no tan niños– enganchados.
Al final, tratabas de inculcarles que se tomasen su deporte muy en serio, aun siendo unos niños. Tenía recompensa o castigo, si la actitud no era buena.
Bueno, más que castigo están los refuerzos positivos y los refuerzos negativos. Cuando no llegaban puntuales o no hacían los ejercicios, también se les restaban puntos. Entonces, no sólo hay que estar atento a sumar, sino a no restar.
La famosa imagen de Carlos Alcaraz y Carlos Santos en Roland-Garros (Cedida por Carlos Santos)Fuente de la imagen: Eurosport
¿Y dirías que la gran cualidad de Alcaraz en sus inicios ya era, como hemos visto luego, la precocidad o una madurez un tanto acelerada?
Precoz desde el minuto uno. Era un niño que, siendo benjamín de segundo año, ya podía jugar con los alevines. Y hacerles partido: siendo alevín de primero, ya le ganaba al de segundo. Y siendo infantil de segundo, ya se metía a ganar a cadetes de segundo. Esa precocidad se la daba esa técnica y cantidad de herramientas que tenía para contrarrestar la potencia de los otros jugadores. Eso ha sido un punto positivo para él. Ha aprendido mucho a defender cuando tenía que defender. Y eso es superimportante, porque cuando él ha cogido esa fuerza, ya no sólo sabe atacar, sino también defender.
¿Quizá también se puede mencionar su capacidad de aprendizaje, de absorción?
Increíble. Lo digo en mi libro: tenía una capacidad de aprendizaje visual, por imitación. Era un niño al que tú le hacías cualquier gesto para que lo viera y te lo calcaba. Eso yo no lo he visto en ningún niño. Con un niño, al final, estás trabajando con él: pon la mano aquí, pon la raqueta aquí, pon el dedo aquí… Pero es que a él se lo decías dos veces y ya te lo hacía.
La habilidad con las dejadas, por lo que cuentas, innata también.
Al final, tú ves cosas en los jugadores que ellos intentan crear. Si eres buen entrenador y observas eso y luego se lo trabajas, entonces ya lo haces letal. Yo con Carlitos veía que le gustaba subir a la volea, hacer dejadas, cortar la bola… Con los cubos que pone en el libro, pues venga, vamos a tirar aquí, vamos a meterla; venga, 100 puntos. Esa dejada y esa cortada que hacía de tal manera vamos a trabajarlas.
Y eso es lo importante: ver al jugador, y si es tan creativo como él, no cerrarle las puertas nunca. Aunque lo haga mal, aunque esa creación no toque ahora, aunque esté desordenado, hay que fomentársela para que la haga cada vez mejor. Y esté tranquilo y no diga: ‘Anda, una dejada ahora. ¿Para qué la he hecho? No la voy a hacer más’. No, vamos a intentar que él tenga todas esas herramientas posibles.
CARLITOS ERA UN NIÑO QUE, SIENDO BENJAMÍN DE SEGUNDO AÑO, YA PODÍA JUGAR CON LOS ALEVINES. Y HACERLES PARTIDO: SIENDO ALEVÍN DE PRIMERO, YA LE GANABA AL DE SEGUNDO. Y SIENDO INFANTIL DE SEGUNDO, YA SE METÍA A GANAR A CADETES DE SEGUNDO. ESA PRECOCIDAD SE LA DABA ESA TÉCNICA Y CANTIDAD DE HERRAMIENTAS QUE TENÍA PARA CONTRARRESTAR LA POTENCIA DE LOS OTROS JUGADORES”.
La volea también la entrenó lo suyo desde el principio.
Desde muy pequeño. Eso no lo hace cualquier niño de ocho o nueve años. Nosotros sí la trabajábamos muchísimo: muchísimos juegos de volea, ganar puntos en la red valía más… Había que ver al jugador y su futuro. Hay que intentar formarle para que sepa que no sólo es pegar de fondo, sino que hay muchas más cosas.
Me llamó la atención lo del bate de béisbol para entrenar el revés. ¿Cómo era eso?
La derecha le salía como un cañón, pero el revés no tanto. Yo quería intentar que la punta de la raqueta le saliera. Se me ocurrió la idea de coger un bate de béisbol de madera que tenía yo y, como detrás teníamos un campo de fútbol de tierra, ahí nos pusimos con pelotas de tenis. Le decía: ‘Mira cómo sale la bola, mira cómo tienes que lanzar el brazo…’. Y una y otra vez. Luego hacemos la transferencia rápidamente en pista y yo notaba que la bola le salía mucho más.
¿Y por qué le llamabas ‘Tarzán’?
Estábamos todos en la pista, ‘Los Cuatro Magníficos’, y a cada uno le pusimos un mote de broma. A Carlitos yo le veía como si hubiera nacido en la pista. Como un bebé que nace en una pista y conoce la pista a la perfección. Como Tarzán, que conocía la selva a la perfección y sabe moverse por todos lados en ella. Fue por eso.
Había un pique sano y mucho ‘feeling’ con su hermano mayor, Álvaro.
Claro. Álvaro entrenaba conmigo la hora y media de antes. Y ya cuando llegaba Carlitos, echaban unos puntos. Álvaro jugaba muy bien, pero no tenía ese carácter, ese genio ni esa habilidad de Carlitos. Llegó un momento que muy pequeñito, Carlitos ya le metía sus puntitos.
Lo de sacar el puño para celebrar los puntos, que se lo vemos a día de hoy, le viene de Nadal. ¿Hasta qué punto le influía Rafa?
De pequeño, tenía una camiseta de Nadal con el puño así para arriba, y se la ponía en los entrenamientos. Lo típico de que cuando celebra un punto… ‘venga, saca el puño como Rafa’. Como estaba la camiseta también, pues él sacaba el puño.
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Autor del vídeo: CNN
Hay una anécdota brutal: él, estando en casa viendo un partido de Roland-Garros, ya se ponía a analizar los partidos siendo bien pequeño. Eso también te deja impresionadísimo.
Sí. Él venía del cole y ya se iba para casa con su padre y veía partidos. Su padre me decía: ‘Está viendo el tenis y muchas veces falla algún profesional y él mismo, tan pequeño, dice ¿cómo falla esto? Si es que esta bola no iba aquí. Iba allí’. Leía ya los puntos de los profesionales: dónde tocaba la bola y dónde no.
En el libro, mencionas una frase que te dijo Carlos padre: “Jamás vas a encontrar para tu hijo lo que yo encontré en ti: una persona formada, con educación, con valores, metido en la docencia, amante de este deporte y dispuesto a trabajar dando clases de tenis sin pensar en nada más”. ¿Qué importancia ha tenido en la formación de Carlitos?
Mira, con esas palabras tiene toda la razón. Yo ahora tengo un niño de siete años y yo no encuentro a esa persona como yo en ese momento. Nadie con esa formación, esas ganas. Y que encima siga formándose por pensar en ese grupo. Y entre ellos, Carlitos. El padre a mí me ha influido bastante. Y he tenido muy buen aprendizaje de él, porque él al final había entrenado a mucha gente también, pero no había entrenado a nadie como yo había entrenado a sus hijos, con esa habilidad. Hablábamos mucho. Todos esos consejos que me daba, también desde fuera miraba cosas y me decía: ‘Carlos, mira por aquí, ¿has visto esto?’. ‘Ostras, pues esto no lo he visto’. ‘Venga, va, pues trabaja por aquí’. Teníamos una comunicación tan directa siempre para ayudar al grupo.
Se habla menos de Virginia, su madre. Pero también ha sido fundamental.
Cien por cien. Nos pasa mucho eso, que vemos sólo a los que están metidos en la pista. Pero la madre ha sido un pilar. Le ha llevado a torneos, ha estado ahí con las comidas, preparando las cosas, recoge a uno, recoge a otro, cuatro hijos, llévale aquí, tiene ahora fútbol… No se metía nunca en cosas de tenis. Ha sido un pilar muy importante para Carlitos.
¿Cómo es eso de que querías que se pareciera a Federer?
R: Técnicamente, era espectacular. ‘Revés a una mano, Carlitos, dale’. Y es que le pegaba revés a una mano también. Si elegimos dos manos es porque a día de hoy los tiros son tan fuertes… y con una mano lo iba a pasar mal. Pero es que era un tenis tipo Federer.
Y siendo tan pequeño.
Sí, sí. Los gestos eran preciosos con ocho o nueve años. Preciosos.
Santos y Alcaraz con la Torre Eiffel de fondo (Cedida por Carlos Santos)Fuente de la imagen: Eurosport
Deduzco por vuestras vivencias que te traía más de cabeza con los estudios que con el tenis. Cómo te la intentaba colar con los deberes en algún torneo…
Sí. En los torneos nos llevábamos los deberes y nos poníamos un rato. Me decía: ‘Ya los he hecho todos’. Y yo: ‘A ver, déjame que lo revise… esto no lo has hecho’. ‘Se me ha pasado’. Me la intentaba meter ahí.
Con el orden y las comidas también te volvía un poco loco.
Había que estar muy encima. El problema era que no podías tenerle cabreado. Como le tuvieras cabreado, el torneo ya no iba bien. Tenías que tener mucha mano izquierda e intentar ganártelo de alguna manera. Porque si no era muy difícil. No le podías tener en contra. Era un niño que no sabías por dónde te podía salir.
TÉCNICAMENTE, ERA ESPECTACULAR. ‘REVÉS A UNA MANO, CARLITOS, DALE’. Y ES QUE LE PEGABA REVÉS A UNA MANO TAMBIÉN. ERA UN TENIS TIPO FEDERER. LOS GESTOS ERAN PRECIOSOS CON OCHO O NUEVE AÑOS”.
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¿Ves similitudes con la actualidad, cuando vemos momentos en los que se sale del partido y parece que no va a volver a entrar, porque se obceca con algo?
Totalmente igual. Ahí es la labor del entrenador. No le puedes tener a disgusto. Si le tienes a disgusto, lo mismo te dice ‘no quiero jugar más’. Hay que tener mucha mano izquierda con él y tenerle siempre feliz, llegar siempre a un acuerdo, ‘engañarle’ por un lado para que al final se haga lo que el entrenador diga.
También confiesas que desde bien pronto era muy carismático: todos querían jugar con él.
Todos querían jugar con él, pero no sabías por qué. Tampoco estaba haciendo así nada, pero la gente le veía y se enamoraban de su juego. De entrenadores, se acercaban a mí todos. Los jugadores se acercaban a él. ‘Carlos, ¿podemos calentar mañana?’. Y luego él, aunque el idioma, era pequeño, el inglés… se lo pasaba bien con todos.
También tuvo sus escarceos con el fútbol. ¿Qué pasó para que se encauzase del todo con el tenis?
Me dice su padre: ‘Está jugando al fútbol, está entrenando ahora después de tenis’. Un día, me dijo: ‘Tiene partido los sábados y también le coincide con el tenis. Y le está encantando el fútbol. Carlos, no sé, ¿qué hacemos?’. Yo dije: ‘El fútbol es un deporte de equipo, de amigos, se lo va a pasar bomba. Yo me pongo las pilas aquí a motivarlo y que quiera venir o veremos a ver’.
Claro, un niño te dice que quiere dejar el tenis por el fútbol y no puedes hacer nada. Hay que tener mucha mano izquierda para poder llevarle a tu terreno. Seguí trabajando con él, apuntándole a torneos, y como hacía buenos resultados, se iba enchufando. Si no hace buenos resultados en esos partidos, igual dice ‘yo no quiero jugar más’. Yo seguí a lo mío. Y si quieres jugar al fútbol, juega. Al final, llegó un momento en que decidió seguir con el tenis.
Tiene pinta de que la famosa canción de Rocky, y la película en sí, le gustan tanto ‘por tu culpa’.
Se la ponía. Esa era mi película favorita. Yo esa canción me la ponía en mis momentos o situaciones más estresantes. También se la ponía en el hotel, en el móvil y antes de algún partido. Y luego un día, cuando estaba en el Mutua Madrid Open, veo que se la pone. Me acuerdo de que mi hermana me llama y me dice: ‘Carlos, no es posible que un niño tan pequeño conozca esta canción de Rocky. Esto es porque se la ponías tú’. Claro, yo se la ponía.
En los tres primeros torneos en los que Alcaraz empieza a despuntar, a los 10 años, se da la circunstancia de que tú no le acompañas. ¿Fue el mayor ‘palo’ que te llevaste entrenándole?
Yo no le acompaño al primer torneo que va fuera, que es en Croacia. Y al siguiente, en Madrid, tampoco. Ya al siguiente, Valencia, es cuando ya me voy yo en semifinales allí. Fue algo que me puso un poco en alerta. ‘Esto por qué’. Me puse otra vez manos a la obra, hablé con su padre y retomamos el camino. Entendí por qué era y ya seguimos.
Además, eso es una de las cosas que más ha podido llamar la atención del libro. No sé si ha habido ahí una cierta polémica también con el otro entrenador (Kiko Navarro).
Yo no tengo ningún problema con él. Al revés. Yo he entrenado toda la vida en la pista de al lado y demás, y yo sólo conté cómo fue la cosa, por qué fue esa situación. Porque al final a esos torneos no fui yo. Pero bueno, al final volví a estar yo ahí. Llevé el mando de los entrenos hasta el final. Fui el responsable de lo que le sucedía a ese equipo y a Carlitos en concreto. Y hasta que yo estuve allí, yo fui el que dirigía los entrenos, el que tomaba decisiones, el que me equivocaba, el que acertaba.
También confiesas que ni Carlitos ni tú habéis olvidado ese día que salió torcido desde el principio en 2014, en el torneo de Auray.
Sí, bueno, fue un torneo… Te vas a un viaje largo con todo lo que eso conlleva, y te vas allí a jugar. Y de repente, pues no das lo que tienes que dar. Por la situación que sea: porque no estás confiado, porque ves al otro que es mayor, más grande, y no das el do de pecho… Pues al final, como entrenador tiene que tener una consecuencia. La consecuencia es que le cogí y le dije que tenía que correr lo que no había corrido en la pista. A él no le gustó, se puso un poco a lloriquear, pero al final lo entendió y lo hizo, y le queda ese recuerdo. Pero un recuerdo bueno, de que su entrenador lo ha hecho por él y que todo lo que yo hacía era por él y para él.
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Carlos Alcaraz, campeón en Roma
Fuente de la imagen: Getty Images
No se puede pasar por alto la experiencia que tuvisteis en París en 2015, en lo que podríamos decir que es el Roland-Garros sub-13, donde os hacéis esa foto que luego se hizo viral.
Sí, esa para mí fue la mejor experiencia que he tenido con Carlitos. Junto con el Mutua Madrid Open, en el que quedó campeón, este torneo fue espectacular. Fíjate: debajo de la Torre Eiffel, una pista ahí espectacular, luego nos llevan a las instalaciones, a la Philippe Chatrier… fue increíble. O sea, para mí un torneo con una organización excelente, donde conocimos a jugadores como Rune, que estaba ahí también. Fue increíble. Y ahí esa foto… pues sí, se hizo viral. Yo no tenía Instagram ni nada, ahora ya sí tengo, pero a mí la gente me lo iba diciendo: ‘Mira esta foto’. Y luego salió en la tele y demás. Y dije: ‘Madre mía, fíjate’.
LE COGÍ Y LE DIJE QUE TENÍA QUE CORRER LO QUE NO HABÍA CORRIDO EN LA PISTA. A ÉL NO LE GUSTÓ, SE PUSO UN POCO A LLORIQUEAR, PERO AL FINAL LO ENTENDIÓ Y LO HIZO, Y LE QUEDA ESE RECUERDO. PERO UN RECUERDO BUENO, DE QUE SU ENTRENADOR LO HA HECHO POR ÉL Y QUE TODO LO QUE YO HACÍA ERA POR ÉL Y PARA ÉL”.
Hablabas del Mutua Madrid Open. Allí es donde tuvo que dormir en el suelo y encima acabó ganando el torneo a pesar de eso.
Una capacidad de adaptarse a cualquier cosa… Era una habitación doble, donde íbamos a dormir Carlitos y yo, pero también se incorporó Kiko, también quiso venirse. ‘Entonces, al final, ¿qué hacemos?’. ‘Bueno, a ver, venga, va. Pues Carlos, aquí hay una moqueta, tal…’. ‘Yo duermo aquí en el suelo, Carlos. Me da igual’. Al final, durmió allí, debajo de mí. Yo me despertaba, miraba la cabeza y decía: ‘Toma, te tapo, que no pases frío’. Y fíjate, campeón del torneo.
¿Y con qué jugadores de su generación que también han llegado coincidíais en esa época? ¿Y con cuáles se llevaba mejor? Porque estaban por ahí Rune, que ya lo has comentado, Luca Nardi también…
Sí, Luca Nardi y Rune estaban en Roland-Garros. Pablo Llamas es un año mayor y también coincidíamos un montón con él en cada torneo. También con Musetti, en muchos torneos. Ya era muy alto, con su gorrita, el tío ahí muy chuleta y tal.
Carlos se llevaba fenomenal con ellos, ¿no? Hace poco, salieron unas fotos en las que llevaba a Nardi a caballito y todo.
Se llevaba bien con todos. No había ninguno que dijera ‘mira este’, porque no era un niño chuleta. Era un niño que iba a lo suyo. Ganaba, pues ganaba; perdía, pues perdía. No iba flipando, ni iba chuleando, ni ‘eh, le he metido 6-0’. No, no. Él iba a lo suyo. Era una persona, un niño, que no pensaba ni en el marcador ni nada. A veces, se le olvidaba el marcador. Él iba a lo suyo. Entonces, esa es la grandeza de Carlitos, que él disfrutaba jugando a esto.
Carlos Alcaraz y Luca Nardi de pequeñosFuente de la imagen: Instagram
Hubo una época en la que comentas que llegó a jugar incluso cuatro partidos en un día. ¿Fue muy frenético e incluso desmesurado para un crío?
Son muchos partidos. Yo no lo recomiendo. Es que al final lo apuntas a dos categorías y te piensas que en la superior no vas a hacer nada, y cuando te das cuenta estás jugando alevín e infantil y tienes que jugar dos partidos en un día, porque hay que doblar. Para un niño tan pequeño, es mucha presión, mucho desgaste físico. Y eso no sabes qué consecuencias puede tener en un futuro.
¿Y él lo llevaba bien?
Él lo llevaba bien. Es que los jugadores de tenis, cuando se ponen… Pero él y muchos de los que hay allí. Se ponen y lo hacen. No piensan: ‘Madre mía, a jugar’. No. Lo hacen y ya está.
‘YO DUERMO AQUÍ EN EL SUELO, CARLOS. ME DA IGUAL’. AL FINAL, DURMIÓ ALLÍ, DEBAJO DE MÍ. YO ME DESPERTABA, MIRABA LA CABEZA Y DECÍA: ‘TOMA, TE TAPO, QUE NO PASES FRÍO’. Y FÍJATE, CAMPEÓN DEL TORNEO”.
También describes a un Alcaraz tímido fuera de la pista con quien no tenía confianza y con ciertos prontos cuando no le salían bien las cosas dentro de la pista. En estos dos aspectos ha mejorado, ¿no?
En el primer aspecto, ha mejorado totalmente, ya lo vemos: se hace fotos con todo el mundo, habla con todo el mundo. Ha aprendido mucho. Y en el segundo aspecto, pues bueno, cuando las cosas te van bien, todo va bien. Cuando algo va mal, pues muchas veces le hemos visto hablando con Juan Carlos (Ferrero) y no le salen las cosas. Pero claro que ha mejorado muchísimo. No tiene nada que ver: ha madurado mucho en esos aspectos.
Si pudieses dar marcha atrás, ¿te habría gustado trabajar más tiempo con él? Porque está claro que la ruptura no fue del todo agradable.
Siempre lo he dicho: yo al final me salgo de entrenarle, pero no por mí. Yo hubiera seguido entrenándole todo el tiempo que hubiera podido, hasta incluso a día de hoy. Cuando empiezas un proyecto, te gusta empezar y hasta el final, hasta que yo hubiera visto que no puedo seguir. Pero yo encantado de haber seguido con él. Pero claro, con unas condiciones que para mí también fueran buenas.
De hecho, has llegado a decir que fue la mejor decisión que tomaste.
Lo digo porque a mí, laboralmente, me ofrecieron trabajar en un colegio. Yo había estudiado también para ello e iba a tener familia, una hija. Necesitaba un compromiso para darme a mí una estabilidad de decir: ‘A mi hija no le va a faltar nada, voy a tener mi trabajo para siempre’. Para mí, la mejor decisión que he tomado. Estoy en mi cole, tengo estabilidad, sigo apasionado por el tenis, sigo entrenando. Si yo hubiera tenido ese compromiso con Carlitos, en concreto con su padre, de que yo iba a seguir con él —pero no sólo de palabra—, también hubiera sido una decisión perfecta.
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¿Cómo de sanadoras fueron la conversación reposada con Carlos padre y la comida con Carlitos en 2023 para limar asperezas?
Yo con Carlitos nunca he tenido ningún problema. Seguí en contacto con él cuando ya no le entrené. Seguí entrenando con otro compañero suyo. Seguíamos en el mismo club, nos veíamos, hablábamos, incluso algún día tocábamos bola juntos. Y la comida fue genial. Hacía tiempo que no estaba con él. Sólo saludarle. Y hablamos de quedar. Me hacía mucha ilusión. Son muchos años entrenándole y para mí ha sido como un hijo.
Con el padre también hemos tenido muy buena relación. Hemos hablado y conectado de todo, incluso cuando las cosas no han ido como nos han gustado. Yo no tengo ningún rencor a nadie. Cada uno ha seguido su camino y yo estoy totalmente contento de que Carlitos esté ahí jugando al nivel que está, entre los mejores del mundo. Yo tengo una felicidad absoluta.
¿El Alcaraz de casi 13 años, al que dejaste de entrenar, era similar al de 22 que conocemos hoy?
Técnicamente, sí. Es más mayor, más fuerte, pero los golpes son totalmente similares. Lo que ha cambiado quizá ha sido el saque, que ahora ha cogido más fuerza y saca mejor. Personalmente, no tan igual. Es igual porque sigue divertido, sigue feliz en la pista, sigue pasándoselo bien. Más maduro, pero fuera de pista sigue igual, con sus tonterías, con jaja, jiji… No veo que haya cambiado mucho, la verdad.
Esta temporada ha habido más runrún que nunca con las críticas hacia él, también con su filosofía. ¿Qué opinas?
Al final, cuanto más te expones, más te critican. Me pasa a mí con el libro: mucha gente no lo ha leído entero, y si sólo te vas a titulares, entonces te puede parecer ‘mira este’… Quien lo ha leído, ha visto que es un libro que cuenta todo mi método y la forma de trabajar. Él se ha expuesto mucho y ha enseñado a la gente cómo es él, su personalidad. Nos ha dado a conocer cómo es de verdad.
SON MUCHOS AÑOS ENTRENÁNDOLE Y PARA MÍ HA SIDO COMO UN HIJO. YO NO TENGO NINGÚN RENCOR A NADIE. CADA UNO HA SEGUIDO SU CAMINO Y YO ESTOY TOTALMENTE CONTENTO DE QUE CARLITOS ESTÉ AHÍ JUGANDO AL NIVEL QUE ESTÁ, ENTRE LOS MEJORES DEL MUNDO. YO TENGO UNA FELICIDAD ABSOLUTA”.
¿Entiendes las críticas que ha recibido?
Sí, las entiendo. No es lo que se espera de un jugador profesional como él. Podrás hacer todas esas cosas, pero no las muestras. Y pienso que él también tiene otras cosas que mostrar, como el trabajo, el sacrificio y entrenamiento diario… Pero esa versión, como es la normal que un jugador debe hacer, no la ha mostrado. Ha mostrado la otra que la gente no suele mostrar.
¿Crees que puede conseguir ser el mejor de la historia o estar en la misma conversación que el ‘Big Three’ quitando tiempo al tenis para otras cosas si lo necesita, como parece que es lo que quiere transmitir?
Como dije en otra entrevista anterior, lo de ‘a mi manera’… Pienso que su manera irá cambiando según sea más mayor. Conforme vaya madurando y cumpliendo más años, va a tener más tiempo para entrenar y para ese compromiso en pista, y se irá quitando la otra parte. Pero es normal ahora que esa parte también le apetezca. Porque todos los niños con 21-22 años quieren eso.
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En tu caso, también es llamativo que viviste las dos caras de la moneda: la del jugador que tiene posibilidades de llegar a la élite y lo consigue, y la del que se queda por el camino a pesar de que lo ha intentado. Como te pasó con su amigo Pedro.
Sí, la verdad que sí. Al final, cuando dejo de entrenar a Carlos, sigo ayudando a Pedro en todo lo que puedo: buscándole sponsor, ayudas… me dedico expresamente a que él también cumpla su sueño. Pues sí, las dos caras de la moneda: uno que al final lo consigue y otro que no. Y se ve que el sacrificio y el esfuerzo están muy bien, pero que tienes que tener una pequeña suerte, una pequeña ayuda. Y, sobre todo, confiar en ti mismo y creer que puedes hacerlo, aunque a corto plazo no llegue. Seguir intentándolo hasta que al final llega. Porque Pedro tenía esa condición para poder haber llegado también y hacerlo muy bien.
De hecho, al poco de pasar a ser entrenador sólo de Pedro y no de los dos, él le gana a Carlitos en un torneo Rafa Nadal.
Sí, fue la primera vez que no entrenaban juntos. Nos fuimos al torneo, en semifinales se enfrentaron Pedro y Carlos y ganó Pedro. Normalmente pasaba similar: a veces Carlos, a veces Pedro, a veces más Pedro, a veces más Carlos… Estaban a la par.
También recuerdas cómo consiguió Alcaraz su primer punto ATP, que quizá fue el momento en que Ferrero se enamoró de él.
Sí, Juan Carlos ya le conocía, porque Carlitos había ido a su academia. Y claro, al ver a un jugador tan pequeño, con esa técnica, con ese desparpajo en la pista… hasta tal punto que deja de entrenar a un jugador top y quiere empezar un proyecto nuevo como el de Carlitos. Un proyecto ilusionante y que le iba a venir muy bien también a Juan Carlos para su academia, para empezar a meterle otra vez un empujón.
¿Qué te parece la labor que ha ido haciendo con Carlitos todo este tiempo?
Buenísima. Una labor espectacular. Un jugador profesional como Juan Carlos Ferrero, que ha sido número uno del mundo y le puede mostrar y enseñar todo el circuito… Y darle esa oportunidad de entrenar con uno, entrenar con otro… Ha sido fundamental para que Carlitos esté donde está.
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Carlos Alcaraz y Juan Carlos Ferrero durante un entrenamiento
Fuente de la imagen: Getty Images
Y luego cuentas algo que es muy posible que la gente no sepa: la importancia que tuvo Pablo Carreño de cara a los primeros partidos ATP de Alcaraz.
Muy importante. Estuvo confinado en la academia con él, y Carlitos le llamaba su hermano mayor. El empujón ese que necesita de ‘vamos a entrenar, vamos a hacer esto o lo otro’ es muy importante. De ahí lo que digo de la suerte de caer con la gente que se necesita en cada momento, y eso Carlos lo ha tenido.
Leyéndote, uno saca la conclusión de que lo más importante, aunque el esfuerzo, el talento y el trabajo también son muy necesarios, es divertirse.
Divertirse es fundamental. Como el niño no se divierta y no quiera irse de un lado a otro y jugar, estamos perdidos. Lo más importante es eso. La técnica, los golpes, la fuerza, ya los tiene. Lo importante es que él se divierta.
PIENSO QUE SU MANERA IRÁ CAMBIANDO SEGÚN SEA MÁS MAYOR. CONFORME VAYA MADURANDO Y CUMPLIENDO MÁS AÑOS, VA A TENER MÁS TIEMPO PARA ENTRENAR Y PARA ESE COMPROMISO EN PISTA, Y SE IRÁ QUITANDO LA OTRA PARTE. PERO ES NORMAL AHORA QUE ESA PARTE TAMBIÉN LE APETEZCA. PORQUE TODOS LOS NIÑOS CON 21-22 AÑOS QUIEREN ESO”.
De hecho, se lo plasmaste a todos los chicos del grupo de entrenamiento, también a Carlos, en una foto que él conservó bastante tiempo.
Sí, una foto en la que sale sacando. Yo siempre le he dicho: ‘Diviértete’. En cada esquina, venía un aspecto. Constancia, superación. Y siempre en grande ‘Diviértete’. Por detrás, le escribí una nota. Algo como: ‘Carlitos, para que sigas jugando y divirtiéndote como hasta ahora’. Y se la firmé. La tenía en casa, puesta en su vitrina al lado de los trofeos. Para mí, es lo más importante: que sea feliz y que se divierta.
En esa línea, cuentas la historia de la carita sonriente en el antivibrador de su raqueta.
Le decía: ‘Cuando estés cabreado, mira el antivibrador y la carita sonriente’. Por un lado estaba sonriente. Por el otro, seria. ‘Tú, la sonriente’. Son pequeños tips, detalles que hacen que pienses en esas cosas que te dice tu entrenador: la toalla, lo otro… técnicas para que esté concentrado.
Justo hablando de ese tema: hoy en día, con tantas distracciones, ¿cómo ves a Carlitos manejando todo ese ruido?
Antes era más sencillo quitarle de eso. No había tanto móvil. Con 12 o 13 años, no tenía móvil. A día de hoy, le gusta mucho el móvil, ver esto, ver lo otro… No sólo a él, me pasa a mí también. Instagram, esto, lo otro… Al final, es una pérdida de tiempo. Estás conectado a cosas que no son realmente tan importantes.
Precisamente por todo esto, no sé si ahora ser tenista es aún más difícil de lo que era antes.
Sí, seguro. Pero no sólo en tenis, en todo. Estamos todo el rato viendo lo que hacen otras personas, y no valoramos lo que hacemos nosotros. Nos alejamos más de los que están cerca y nos acercamos más de los que están lejos. Y eso no debería ser así.
Portada de ‘Alcaraz: La forja de un campeón’ (Arzalia Ediciones)Fuente de la imagen: Eurosport
A día de hoy, ¿qué análisis haces de Carlitos en lo tenístico?
Sigue jugando a gran nivel. Tiene picos de jugar muy bien y luego bajar un poco por estado de ánimo y acumulación de partidos. Las lesiones tienen que respetarle.
¿Crees que él y Jannik Sinner van a marcar una época en el tenis?
Son los dos jugadores que están empujando más fuerte. No hay más que estén destacando durante tanto tiempo. Tener a alguien arriba y bajar está bien, pero tener a alguien arriba y seguir arriba… Yo creo que tienen que ir de la mano y que si Sinner y él siguen así, los dos podrán aguantar el mucho tiempo que les queda en el circuito y no descolgarse.
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Una duda razonable: ¿es más completo Alcaraz que Nadal?
Mucho más completo. A nivel tenis, a nivel técnica… hace muchas más cosas. La dejada, por ejemplo. Nadal la hacía bien, pero este es un mago. La cortada, la volea. Rafa tenía buenos golpes, muy fuertes, muy liftados, y una cabeza privilegiada, un saber estar en la pista. Y Carlitos tiene otro tipo de juego más mágico, que a la gente le apasiona. Le corre la bola muchísimo, va a por todas las bolas, no sabes qué va a hacer. Si por debajo, si un Willy, si por aquí… Es un mago.
Quizá se adapta mejor a todas las superficies. A Nadal siempre le asociábamos mucho con la tierra.
Carlitos se adapta a cualquier situación. Como te decía de dormir en el suelo. Es que se adapta a todo.
¿Cómo ves a Carlos de cara al momento más importante de la temporada? Entre Roland-Garros y Wimbledon, defiende 4000 puntos. El reto es de altura.
Tiene un reto importante. Yo creo que lo va a hacer bien. Tiene que estar a la altura de las circunstancias. El tenis es así. Es una forma de puntuación muy diferente: como ganes un año todo, te toca defender muchos puntos. Él tiene que liberarse de toda la presión que lleva: Sinner ha vuelto, el documental… Va a ser un año en el que tiene que demostrar que lo está haciendo a su manera.
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