El australiano no tiene ranking en la actualidad pues lleva casi sin jugar más de dos años
Nick Kyrgios, durante su partido ante Fearley
El deseo de Nick Kyrgios de volver a las pistas con regularidad y demostrar que es competitivo -después de haber conseguido hacer las paces con el tenis, con el que durante años mantuvo una relación de amor/odio- se estrellan, por desgracia, con regularidad contra la realidad de su estado físico.
El último episodio lo hemos visto en la primera ronda de este Open de Australia, en el que ha perdido en tres sets ante Jacob Fearnley. El británico, de 23 años, es el 93 ATP y superó a Kyrgios, que jugaba con ‘wild card’ dado que en la actualidad no tiene ranking, por 7-6, 6-2 y 7-6.
Kyrgios, que jugó el torneo pese a tener un problema abdominal, aseguró tras el partido que jugó “al 65 %” y que no quería retirarse por toda la gente en el estadio que había ido a verle pero “de forma realista, no me veo jugando en individuales aquí otra vez“. Añadió, con cierto tono de despedida, que su viaje en el tenis “no ha acabado, pero ha sido un viaje increíble. Mi carrera ha sido increíble. Sigo intentando divertirme y ser como soy, disfrutando el camino, pero sería egoísta decir que quiero más. He tenido muchos éxitos, más de los que muchos deportistas querrían”.
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El australiano, llamado a ocupar un lugar destacado en el ranking pero con mala suerte con las lesiones, aparte de problemas con su propio carácter, apenas ha podido jugar desde 2022 a causa de problemas físicos, sobre todo en muñecas y rodillas. Este año, antes de Melbourne, jugó en Brisbane ante el joven francés Perricard. Perdió en tres sets que llegaron siempre al tie-break: cinco de sus últimos sets han llegado al desempate. Pero sólo ganó uno. En los últimos meses ha sido noticia sobre todo por sus opiniones sobre la actualidad del tenis, especialmente criticando el ‘caso Sinner’ y su tratamiento.
Kyrgios aún jugará en dobles junto a Thanasi Kokkinakis, con quien ganó el título de Melbourne en 2022.