El italiano ya sabe lo que es ganarle sobre hierba

Alcaraz y Sinner, juntos en la final del pasado Roland Garros.
Este domingo, el calendario marca un día especial para los amantes del tenis. Carlos Alcaraz y Jannik Sinner se volverán a ver las caras en la final de Wimbledon. Un duelo que ya tiene aroma de rivalidad histórica y que, como pocas veces en los últimos años, ha logrado capturar la esencia de los grandes enfrentamientos que definieron épocas.
Si en Roland Garros nos regalaron una final para el recuerdo, con victoria agónica de Alcaraz tras remontar dos sets y salvar tres bolas de partido, en Londres el escenario se invierte. La hierba es una superficie donde Sinner ya sabe lo que es dominar con contundencia al español, aunque este último viene de ganar los dos últimos Wimbledon.
Y es que todavía resuena en la memoria el partido de Wimbledon 2022, la única vez que ambos se enfrentaron sobre césped. Aquella vez, en los octavos de final, Jannik Sinner dio una auténtica exhibición frente a un joven e inexperto Alcaraz. Fue un contundente 6-1, 6-4, 6-7, 6-3 que dejó al murciano sin respuestas y al italiano presentando credenciales como un serio aspirante a todo en el futuro. Tres años después, ese futuro ya es presente, y ambos llegan a esta final como los dos nombres que dominan sin discusión el circuito masculino.

Alcaraz y Sinner.
En aquel partido de 2022, Sinner aprovechó todas las dudas de su rival. Carlos no estuvo fino con el servicio (ganó apenas el 65% de los puntos con el primer saque) y falló en los momentos clave: 0 de 7 en bolas de break. En cambio, Sinner se mostró quirúrgico, sólido desde el fondo y con una lectura del juego perfecta, algo a lo que nos tiene acostumbrado el italiano.
Un nuevo Alcaraz
Pero no se puede comparar al Alcaraz de entonces con el de ahora. El murciano ya ha ganado cinco Grand Slams, incluidos dos Wimbledon seguidos, venciendo a Novak Djokovic en finales memorables. Ha aprendido a sufrir, a gestionar los momentos límite y, sobre todo, a remontar cuando parece imposible. Lo demostró en la final de Roland Garros hace apenas un mes, donde Sinner tuvo todo para cerrarlo y, sin embargo, se le escapó. Carlos tiró de garra, de inteligencia táctica y de una fe que parece inquebrantable. Salvó tres bolas de partido, remontó dos sets y alzó el trofeo en la Philippe Chatrier con la emoción desbordándole.
La gran pregunta es: ¿qué versión veremos de ambos este domingo en la hierba del All England Club? Sinner llega como número uno del mundo, aunque con dudas, especialmente en su físico. El codo le ha venido dando problemas en los últimos partidos y estuvo cerca de caer eliminado ante Dimitrov.
Alcaraz, por su parte, ha demostrado que la hierba es una de sus mejores superficies. Ya sabe lo que es ganar Wimbledon, y eso le da una ventaja psicológica importante. Su capacidad para improvisar, para cambiar el ritmo y para ejecutar golpes ganadores desde posiciones imposibles le convierten en uno de los jugadores más impredecibles y peligrosos del circuito. Este año ha vuelto a Londres con más confianza, mejor saque y un repertorio aún más amplio.

Montaje con Alcaraz y Sinner.
Lo que está claro es que estamos ante el nacimiento de una rivalidad que promete marcar una era. Djokovic, Nadal y Federer dominaron durante dos décadas, pero ahora el trono se disputa entre dos jóvenes con estilos opuestos y personalidades complementarias. El hielo y el fuego. La precisión del italiano contra la pasión del español. El cálculo contra la inspiración. El pasado nos ha dado Federer-Nadal, Nadal-Djokovic, Djokovic-Murray… El presente y el futuro gritan: Sinner-Alcaraz.