Todo comenzó como una tarde cualquiera para Michael Jordan, quien acababa de almorzar con algunos amigos en un restaurante tranquilo de Chicago. Al salir con prisa rumbo a su auto, se le cayó la cartera sin darse cuenta.
A unas cuadras de ahí, un niño llamado Eli, de no más de 12 años, caminaba junto a su mamá cuando vio algo tirado en la banqueta: una cartera negra de piel. Al abrirla, no podía creer lo que veía: la identificación de Michael Jordan, tarjetas de crédito y una fotografía doblada de sus hijos.
Su madre le dijo que lo mejor era entregarla a la policía. Pero Eli dudó.
—“No,” —dijo— “quiero devolvérsela yo mismo.”
Esa misma tarde, acompañado por su mamá, Eli regresó al restaurante con la esperanza de encontrar a alguien que pudiera contactarlo. Con suerte, un empleado reconoció la cartera y avisó al equipo de seguridad de Jordan.
Una hora más tarde, el mismo Michael Jordan llegó en una camioneta. Al ver al niño sosteniendo su cartera, sonrió y le dio las gracias de corazón.
—“Eso fue muy honesto de tu parte,” —dijo, mientras buscaba en su bolsillo para ofrecerle una recompensa.
Pero al abrir la cartera… se detuvo en seco.
Detrás de su identificación, había una nota escrita a mano, doblada una sola vez.
Decía:
“Hola Sr. Jordan. Sé que usted es rico y famoso, pero solo quería decirle… mi papá lo veía cada noche antes de fallecer. No teníamos mucho, pero verlo jugar lo hacía sonreír. Espero que al devolverle esto, él se sienta orgulloso de mí desde el cielo.” — Eli
Michael se quedó inmóvil. Su mano temblaba. Sus ojos, normalmente firmes e imperturbables, se llenaron de lágrimas.
Por unos segundos, nadie dijo nada. Luego, Jordan se inclinó y abrazó fuerte a Eli.
—“Hoy no solo devolviste una cartera,” —susurró— “me diste algo que el dinero no puede comprar.”
Días después, invitó a Eli y a su mamá como invitados VIP a un partido de los Bulls. Pero más allá de los boletos o la atención de los medios, lo que Michael jamás olvidó fue ese acto silencioso y honesto de amor: un niño honrando a su padre a través del ídolo que ambos admiraban.