“La guitarra de papá”
Guanajuato nunca duerme, ni siquiera de madrugada. Los faroles apenas alumbran las paredes despintadas, y en una casita al final del barrio Santa Fe, Ángel está sentado frente al micrófono, con los audífonos puestos… pero su mente está lejos.
Está pensando en su papá.
No porque haya muerto — no, su jefe sigue vivo, sigue sentado cada tarde en la banqueta, con un cigarro apagado en la boca y el radio viejo sonando bajito. Pero la distancia entre los dos no se mide en metros, sino en todo lo que nunca se dijeron.
Su papá no entiende el rap. Él nació con la guitarra en las manos, creció escuchando boleros, rancheras, y las rolas de José Alfredo. No hablaba mucho, pero tenía las manos llenas de historia, curtidas por años de chamba. Cuando Ángel era niño, su jefe le enseñó a afinar una guitarra, a sentir el ritmo desde el pecho, no desde una máquina. Pero un día, Ángel cambió la guitarra por el micrófono. Y desde entonces, su papá guardó silencio.
Ángel nunca olvidó la mirada de su papá el día que se tatuó por primera vez. Ni cuando subió su primera rola hablando de pobreza, rabia y sueños rotos. Su jefe no gritó, no lo regañó. Nomás lo miró. Callado. Frío.
Hasta que un día, después de un toquín donde la banda gritó “¡Santa Fe Klan!” como si fuera un himno, Ángel volvió a casa. Y ahí estaba su jefe, sentado en el cuarto, abrazando la guitarra vieja. A un lado, una hoja arrugada. Era la letra del primer rap que Ángel escribió a los dieciséis — ese que su papá pensaba que era puro ruido.
Y le dijo, sin levantar la mirada:
— He escuchado esta rola… no sé cuántas veces. Las palabras pegan fuerte. Pero son netas. Y suena a ti.
Ángel se volteó, no quería que su papá lo viera con los ojos llenos de agua. Porque en ese momento entendió que no tenía que escoger entre la guitarra y el micrófono. Que en ese silencio, su papá le estaba diciendo “te entiendo, mijo”.
Hoy, mientras graba una nueva canción — una de esas que vienen directo del alma —, Ángel lanza una línea entre versos:
“Mi jefe no dijo mucho, pero todo lo entendí en su silencio.”
Y por primera vez, sonríe al hablar de su papá en una canción.