Los mejores movimientos de pies de la historia de la NBA los tenía Hakeem Olajuwon (Lagos, Nigeria, 1963). Su nombre se recuerda como uno de aquellos jugadores que elevó el nivel de la competición e iluminó el camino de muchas estrellas que hoy en día triunfan en la liga, marcando también un antes y después en la proyección de los talentos africanos. Sus recursos bajo el aro, esos Dream Shake, dejaron una marca indeleble en la NBA.
Con todo lo que el bueno de Olajuwon le ha dado al baloncesto, el astro nigeriano no pisó el parqué hasta los 15 años. Imagínense si hubiera empezado antes. De crío, Olajuwon jugaba a fútbol, en la posición de portero. También le gustaba el balonmano, por lo que no empezó a practicar el baloncesto hasta la adolescencia.
Llamó rápidamente la atención por su crecimiento y su adaptación fulgurante al deporte. Jugar a fútbol durante varios años le había dado herramientas únicas para dominar la pintura y desarrollar un movimiento de pies envidiable. Además, su gran ética de trabajo le dio la oportunidad de ser convocado por la selección de su país.
Olajuwon demostró ser un jugador adelantado a su tiempo. Firmó por la Universidad de Houston en 1980 con el nombre de Akeem en la espalda y ayudó al equipo universitario a llegar a las finales de la NCAA dos años consecutivos. Ambas veces cayeron derrotados: ante North Carolina State en 1983 y ante Georgetown en 1984. Su etapa en la liga universitaria, sin embargo, fue todo un éxito: fue escogido Mejor Jugador del Torneo de la NCAA en 1983 y el mejor reboteador en 1984.
Esos años que le ayudaron a convertirse en un líder demoledor en ataque y llamaron la atención de la NBA. Era rápido, tenía un buen físico y gozaba cada vez de más recursos para anotar desde cualquier lado de la pista. Los Houston Rockets, tras ver su impacto en la liga universitaria, utilizaron su primera elección del Draft de 1984 para seleccionarle. Por delante de un tal Michael Jordan. Casi nada.
Menuda época le llegaba a la NBA
Pese a su juventud, Olajuwon se encargó él solito de posicionarse como uno de los mejores jugadores de la NBA. Con el paso del tiempo, además, se convirtió en un bastión defensivo, logrando en cuatro temporadas una media superior a los dos tapones y las dos recuperaciones por encuentro. Entró nueve veces en el Mejor Quinteto Defensivo de la temporada y, en dos ocasiones, fue escogido el Defensor del Año en la NBA (1993, 1994).
Llevó a los Rockets, junto al bueno de Ralph Sampson, a las finales de la NBA en 1986, pero cayeron ante los Boston Celtics. El pívot de 2,13 enamoró a la franquicia y a cualquier aficionado que amaba la competición. Era un jugador que disfrutaba y hacía disfrutar. Su movimiento Dream Shake volvía loco a cualquier defensor. “Respeto a muchos jugadores en esta liga, pero, para mí, el baloncesto es solo una pequeña parte de mi vida. Simplemente disfruto del juego porque es divertido. Pero no deja de ser un juego”, comentaba nuestro protagonista.
Realizó partidos que quedarán escritos en los libros de historia. Como el famoso cuádruple-doble de 18 puntos, 16 rebotes, 11 tapones y 10 asistencias en 40 minutos de juego ante los Bucks. The Dream, su apodo en la liga, se iba convirtiendo poco a poco en estrella de la NBA.
En 1991 ocurrió algo inesperado. Se convirtió al Islam y pasó a llamarse Hakeem en vez de Akeem. Se supo también que antes y después de cada encuentro tenía la costumbre de leer el Corán. Posteriormente y tras su retirada, su nombre estuvo envuelto en polémica por presunta actividad terrorista, tras tener un problema con las autoridades al querer fundar una mezquita en los Estados Unidos.
Dos temporadas históricas con Jordan retirado
Volviendo a lo deportivo, llegaron los mejores años de Olajuwon. Aunque él no se lo imaginaría. Hakeem pudo haber salido en 1992 a los Warriors. Estaba descontento con su contrato y así se lo hizo saber a la directiva. Pidió el traspaso e incluso insultó en público tanto a los trabajadores de la franquicia como al propietario, Charlie Thomas.
No salió y llegó, por sorpresa, todo lo bueno. Dos años para el recuerdo. Aquellas Finales de la NBA de 1994. Hakeem buscaba la revancha ante un Patrick Ewing que le había ganado las finales de la NCAA, diez años antes, en 1984. Los Knicks de Ewing ante los Rockets de Olajuwon. Duelos calientes, de baja anotación y de mucha guerra en la pintura. Pero, esta vez, al pívot nigeriano no se le iba a escapar, logrando remontar un 2-3 en contra y venciendo en el séptimo y último partido a Ewing.
“No podíamos hacer nada contra él. Lo intentamos todo. Dos defensas, tres, hasta cuatro. Jugadores colocados desde todos los ángulos. No se puede hacer nada”, comentaba Pat Riley, el entrenador de aquellos Knicks que cayeron derrotados por Hakeem en las Finales de 1994.
Aquel año fue pura magia para Olajuwon. Ganó el anillo de la NBA, fue escogido MVP de las Finales y MVP de la temporada. Un 1994 para enmarcar. Y llegó, la próxima temporada, un compañero de viaje ideal: Clyde Drexler. Pese a terminar sextos en fase regular, derrotaron a enormes franquicias en su trayectoria hacia las finales de 1995. A unos Jazz que sumaban 60 victorias, a unos Suns pasando del 1-3 al 4-3. Después a los Spurs y, finalmente, arrollaron por 4-0 a unos Orlando Magic liderados por Shaquille O’Neal.
Lograron el segundo anillo consecutivo. También se llevaba el MVP de las Finales, claro. Los movimientos al poste lo convirtieron en un jugador imparable. Y más aún coincidiendo con la temporada y media que la NBA no pudo disfrutar de Michael Jordan. Como respuesta, Olajuwon ejerció de líder dominante en la liga con partidos que pasaron a la historia.
En los próximos años los números comenzaron a bajar gradualmente. Las lesiones le condujeron a perderse numerosos encuentros y, pese a continuar realizando actuaciones inigualables, su rendimiento fue cayendo temporada a temporada. En el año 2001, cogió su maleta y, tras rechazar la propuesta de renovación, marchó a los Raptors a terminar su ciclo en la NBA. Firmó por tres temporadas pero su espalda tan solo aguantó una.
Las lesiones abocan a la retirada
Hakeem ponía punto y final a una carrera sensacional. La NBA perdía calidad, elegancia y emoción. Sin embargo, no iba a desengancharse mucho de esta. Tras su retiro, Olajuwon ayudaría a múltiples estrellas actuales, en su día jóvenes, a reconducir sus carreras y a enseñarles los mejores recursos ofensivos de la historia.
En su momento, Olajuwon ayudó a grandes jóvenes jugadores, como Dwight Howard, Yao Ming, LeBron James, Kobe Bryant o Giannis Antetokounmpo entre otros, a mejorar su juego de pies. También se convirtió en uno de los más exitosos inversores inmobiliarios. Se trasladó a Houston a vivir, pero acostumbra a ir a Jordania con su familia para realizar estudios sobre el Islam.
Los Rockets retiraron su dorsal ‘34’ en su honor y, en 2008, entraba a formar parte del Hall of Fame de la NBA. Una historia exitosa de un joven nigeriano que comenzaba en el mundo del fútbol y que lograba batir récords que, hoy en día, todavía nadie ha sido capaz de superar, además de ejercer de rey de la liga durante muchos años consecutivos.