Arturo, presionado por las circunstancias y consciente de que Valeria tiene en su poder información que podría arruinarlo, acepta finalmente su exigencia de pagarle un millón de pesos como compensación por haberla utilizado en su campaña política. Sin embargo, Arturo no está dispuesto a ceder tan fácilmente y deja claro que, si bien accederá al pago, será bajo sus propios términos.
En un encuentro cargado de tensión, Arturo enfrenta a Valeria con una actitud calculadora y fría. Le explica que el dinero será entregado en partes y que cada entrega dependerá de su completa discreción respecto a lo sucedido. “Si abres la boca o intentas chantajearme otra vez, no verás ni un centavo más”, advierte, dejando en claro que no tolerará ningún intento de manipulación por parte de ella.
Además, Arturo exige que Valeria firme un acuerdo de confidencialidad que la obligue a guardar silencio sobre cualquier detalle relacionado con la campaña y su implicación en ella. También le prohíbe acercarse a los medios de comunicación o a cualquier persona que pudiera utilizar esa información en su contra. Valeria, aunque furiosa por las condiciones, sabe que no tiene otra opción si quiere conseguir el dinero que considera suyo por derecho.
La negociación se convierte en un tenso juego de poder, con Arturo imponiendo su control y Valeria luchando por no perder del todo la ventaja. A pesar de aceptar las condiciones, Valeria guarda en secreto su intención de no dejar las cosas así, prometiéndose encontrar una forma de recuperar su libertad y, quizá, vengarse de Arturo por su arrogancia y manipulación.