Teté, llena de dudas pero decidida a no mostrar miedo, acepta la invitación de Jezabel para reunirse en un lugar aislado. Aunque sospecha de las intenciones de su enemiga, siente que esta es una oportunidad para enfrentarse a ella y resolver de una vez por todas las tensiones que han marcado su relación. Al llegar, se encuentra con un ambiente tenso y una actitud desafiante por parte de Jezabel, quien claramente tenía otros planes para ese encuentro.
Pronto, Teté se da cuenta de que su vida está en peligro. Jezabel ha preparado una trampa cuidadosamente orquestada, rodeándola de aliados leales que están dispuestos a hacer lo que sea para proteger los intereses de su líder. Sin otra opción, Teté decide enfrentar a Jezabel directamente, mostrando una valentía que sorprende incluso a su enemiga.
La confrontación es intensa, con palabras afiladas y una lucha desesperada por el control. Sin embargo, la superioridad numérica y las artimañas de Jezabel resultan ser demasiado. La suerte no estuvo del lado de Teté esa noche; termina atrapada en una situación que parece no tener salida, preguntándose si alguna vez podrá escapar del peligro que la rodea.