Antonio finalmente admite, con un tono de resignación pero lleno de sinceridad, que jamás podrá olvidar a Aurora. Los recuerdos de los momentos vividos juntos y el profundo amor que aún siente por ella permanecen intactos en su corazón, a pesar del tiempo y de los intentos por seguir adelante. Sabe que Aurora siempre será parte de él, y aunque intenta continuar con su vida, la marca de ese amor es imborrable.
Por otro lado, Helena, su hija, observa con admiración el esfuerzo que su padre ha hecho para mantenerse fuerte y avanzar, aun con la carga emocional que lleva consigo. Con una sonrisa de orgullo, felicita a Antonio por la valentía y determinación que demuestra cada día, agradeciendo el ejemplo que le da. Para Helena, su padre es un ejemplo de resiliencia y fortaleza, alguien que, a pesar de no poder dejar atrás ese amor, se esfuerza para seguir adelante por ella y por él mismo.