Ángel, tras una minuciosa investigación y una serie de pistas que lo llevaron a la verdad, finalmente descubre que fue Jezabel quien, en un acto inesperado, autorizó la inversión que comprometió seriamente los recursos financieros de la empresa Campero. Esta revelación lo deja atónito, ya que nunca habría imaginado que alguien de su propia familia tomaría una decisión tan arriesgada y potencialmente devastadora para el negocio que tanto esfuerzo había costado construir.

Cuando Ángel confronta a Aurora con esta información, ella queda completamente consternada. La idea de que su propia hermana, Jezabel, esté detrás de una acción que pone en riesgo el patrimonio familiar es algo que no puede asimilar de inmediato. Aurora, llena de incredulidad y dolor, comienza a buscar explicaciones que puedan justificar el comportamiento de Jezabel. Sin embargo, las pruebas son claras y contundentes.

El ambiente familiar se torna tenso, y las emociones están a flor de piel. Mientras Ángel exige respuestas y busca maneras de mitigar el daño causado, Aurora se debate entre la lealtad a su hermana y la necesidad de proteger el legado familiar. Jezabel, por su parte, deberá enfrentar las consecuencias de sus actos y explicar si su decisión fue producto de la ambición, un error de juicio o un motivo aún más oscuro.