El jardinero de los Yankees de New York, Trent Grismah, se sigue haciendo cargo de que su equipo no sienta la falta de un Juan Soto en el terreno, quien se fue al otro lado de la ciudad luego de probar la agencia libre el invierno pasado.

Grismah, lo único que queda en los Yankees de New York producto de aquel cambio que lo trajo junto a Juan Soto a New York desde los Padres de San Diego, ha sido la más grande sorpresa probablemente en toda las Grandes Ligas, por lo menos en lo que va de la temporada, debido a su producción ofensiva inusual.

El zurdo posee 12 jonrones, 22 carreras remolcadas, 23 carreras anotadas, 29 hits, .287 de AVG y 1.047 de OPS en un lapso de 102 turnos al bate y 34 juegos disputados.

En su más reciente partido, que fue justo en la jornada del lunes, cuando los Yankees abrieron una serie de visitantes ante los Marineros de Seattle, Grismah sacudió dos jonrones, incluyendo dos carreras remolcadas y dos anotadas. Curiosamente, ambos jonrones fueron para empatar el marcador, y ante los envíos del mismo lanzador, Emerson Hancock.

Trent Grisham de apenas 29 años, viene de sentir por primera vez en su carrera lo que se siente ser un jugador del banco, ya que había pasado toda su carrera como jugador titular gracias a su gran defensa y por supuesto, a la esperanza de un despertar ofensivo que tenían los Cerveceros de Milwaukee y los Padres de San Diego en el.

Sin embargo, en el 2024, su primer año en los Yankees de New York, fue un jugador de rol que solía ser utilizado para cubrir huecos en los jardines, defender entradas claves e incluso como corredor emergente. En resumen, apenas disputó 76 partidos y registró .677 de OPS.

El veterano admitió hace unas semanas en una entrevista con Bryan Hoch, que el hecho de ser banca por primera vez en su carrera y estar a ley de una temporada más para convertirse en agente libre, lo motivó a trabajar más fuerte que nunca el invierno pasado, hacer ajustes necesarios y buscar ayuda.

Hoy, con más de 120 juegos restantes en la temporada, Trent Grisham está a solo cinco jonrones de superar su mejor marca en una campaña (17), y a 40 impulsadas de fijar un nuevo tope personal. Pero más allá de los números, su impacto ha sido emocional: le ha devuelto energía a una alineación necesitada y está demostrando que no se necesita ser una súper estrella para cambiar la narrativa de un equipo.