Hace dos décadas, en un hospital público de Ciudad de México, dos recién nacidos fueron abandonados sin explicación. Nadie reclamó a los gemelos, y el futuro que les esperaba parecía incierto.
Fue entonces cuando Carlos Slim, el magnate mexicano, conoció el caso a través de una fundación médica que él apoyaba. Conmovido por la situación, decidió hacerse cargo de todos los gastos médicos y facilitar su adopción a través de una familia de confianza, asegurándose de que crecieran en un entorno lleno de amor y oportunidades.
Los años pasaron. Slim continuó con su vida empresarial, sin imaginar que aquellos bebés a los que alguna vez ayudó volverían a cruzarse en su camino.
Veinte años después, durante un evento benéfico organizado por una de sus fundaciones, dos jóvenes se le acercaron. Con una mezcla de nervios y emoción, se presentaron:
— Señor Slim, somos los gemelos que usted salvó hace veinte años.
Ambos ya eran adultos, estudiantes universitarios con becas completas. Uno estudiaba ingeniería y el otro medicina. Traían consigo una carta escrita a mano, agradeciéndole no solo por salvarles la vida, sino por haberles dado un futuro.
La sorpresa no terminó ahí: los hermanos anunciaron que acababan de lanzar una startup enfocada en tecnología médica para ayudar a niños en situación vulnerable… y querían que Carlos Slim fuera el primer inversor.
Slim, conmovido y sonriente, simplemente dijo:
— Creo que esta es la mejor inversión que podría hacer.