Al unirse a Ferrari, Lewis Hamilton se ha ofrecido un último gran reto en la Fórmula 1. Pero después de su temporada 2024, el desafío parece aún mayor.
Cuando se anunció que Lewis Hamilton cambiaría a Ferrari para la temporada 2025, el mundo de la Fórmula 1 se estremeció. Esta alianza entre el piloto y el equipo más laureados del deporte, que en ocasiones se había barajado en el pasado pero que parecía más improbable mientras el británico se acercaba al final de su carrera, generó de inmediato una enorme expectación.
Aparte de una unión que se asemejaba a un “equipo de ensueño” -un equipo de ensueño, sin embargo, formado por una Scuderia todavía lejos de su apogeo y un Hamilton que tendrá 40 años cuando haga su primera salida de rojo-, los puntos de interés ya eran legión en la tarde del 1 de febrero de 2024, cuando Ferrari confirmó escuetamente la gran noticia.
¿Hizo Hamilton la elección correcta? ¿Debería haber elegido Ferrari en lugar de Mercedes incluso antes de pilotar el W15? ¿Cómo se integrará en la Scuderia, sin haber conocido nada más que equipos con sede en Gran Bretaña y motores Mercedes? ¿Cómo se llevará con el producto puro de Ferrari que es Charles Leclerc? ¿Podrá el británico conseguir el famoso octavo título en el equipo del otro siete veces campeón del mundo de la disciplina, Michael Schumacher?
Estas y otras preguntas se habrán visto, leído y escuchado en los días y semanas posteriores al anuncio. Algunas de ellas, necesariamente, habrán sido contestadas, mientras que otras, obviamente, siguen sin respuesta, pero está claro que, más de diez meses después, se han añadido muchas otras, y no necesariamente las más agradables de formular. Porque mientras tanto, estuvo la campaña de 2024.
Lewis Hamilton tras su salida de pista en la salida de la carrera del GP de Estados Unidos.
Foto de: Zak Mauger / Motorsport Images
Para muchos observadores y aficionados de toda la vida a la F1, era relativamente sencillo, antes de esta campaña, señalar la peor temporada de Hamilton en este deporte. En 2011, el británico logró tres victorias, pero al volante de un McLaren, que era el segundo mejor coche de la categoría pero no realmente capaz de competir con el Red Bull a largo plazo, cometió una serie de errores (incluyendo una serie de colisiones con Felipe Massa) y nunca pareció estar realmente en su elemento a nivel personal.
Otros hablarán de 2022, su primera temporada sin victorias, superado por George Russell en el campeonato, pero en muchos sentidos ese año, especialmente después del injusto final de la temporada 2021, fue mucho menos desordenado y Hamilton mucho más combativo.
El año 2024 fue otra muesca por encima de esas dos temporadas de dificultades, porque además de los malos resultados, con su peor final en el campeonato de pilotos -lo que no significa necesariamente mucho, dado que el Mercedes fue claramente el cuarto mejor coche de la temporada en general-, las actuaciones y la actitud general estuvieron lejos de los estándares del británico. Se sabe que es más sensible mentalmente que otros pilotos, pero se mostró por momentos desconfiado, desilusionado, fatalista y apático, llegando incluso a decir al final de la temporada que dudaba de su capacidad para volver a ser rápido en en clasificación antes de retractarse, mientras explicaba que no podía esperar a terminar…
Aunque algunos se escudarán en las dos victorias de Silverstone y Spa y en los otros pocos Grandes Premios buenos que se pueden contar con los dedos de una mano -en una temporada de 24 pruebas, no son muchos-, se podría argumentar que su compañero de equipo ha demostrado a menudo, sobre todo al final de la temporada, que se podían obtener resultados claramente excelentes alineándolo todo.
Así que la pregunta que se plantea ahora es la misma que acaba llamando a la puerta de todos los grandes deportistas profesionales a partir de cierta edad: ¿es Hamilton realmente capaz todavía de rendir al máximo durante una temporada completa? Aunque nuestra época asiste a una especie de retroceso en la cuestión de la edad de los deportistas tras el exagerado juvenilismo de 2000-2010, no todos están hechos de la misma madera. Algunos dirán que Fernando Alonso ha demostrado que no ha perdido nada de su magia; pero si somos sinceros, el español tiene la triste “ventaja” de tener pocas veces el coche en sus manos y al compañero de equipo a su lado para demostrar si realmente es así.
Lewis Hamilton
Foto de: Glenn Dunbar / Motorsport Images
En realidad, el éxito de la alianza Ferrari-Hamilton, sea cual sea la forma que adopte, depende más de Hamilton que de Ferrari. No nos atreveríamos a hacer predicciones, pero a la vista del final de temporada en Maranello, está claro que al inicio de su colaboración, lo que se cuestiona es la capacidad del siete veces campeón del mundo para estar a la altura del desafío.
Personalmente, e incluso antes de la temporada, siempre he pensado que de las tres partes implicadas en este “traspaso”, era con diferencia la Scuderia la que más arriesgaba. Para Mercedes, dado su actual nivel de competitividad, la marcha de Hamilton en estas condiciones es casi una bendición: si no tiene un coche que pueda competir por el título, bien podría -como ha señalado el propio Toto Wolff- no tener la penosa tarea de empujar al británico hacia la salida en una fase de transición antes de 2026. Para Hamilton, a estas alturas de su carrera, este reto es casi demasiado bueno para ser verdad y, a nivel personal, tiene poco que perder o demostrar aceptándolo. Si las cosas van mal, por supuesto que será doloroso, pero si la relación no se convierte en una acritud total, la excusa será su edad.
Por otra parte, aparte de la cuestión financiera, Ferrari contrata a un piloto de 40 años, siete veces campeón del mundo, con derecho a esperar no un trato preferente, sino al menos igualitario, cuya última lucha por el título fue en 2021, cuyas emociones son a veces crudas y que viene de una temporada difícil. Si Frédéric Vasseur cree que esto puede explicarse por la sensibilidad de un piloto que a veces ha perdido la confianza en su vínculo con Mercedes, la misma lógica podría aplicarse en Ferrari, donde este vínculo también tendrá que construirse bajo una presión particularmente intensa.
Para terminar, recordemos que, aunque estos momentos han sido bastante raros durante la temporada, Hamilton ha demostrado que sigue teniendo talento cuando las condiciones son las adecuadas, sea cual sea la adversidad. Y luego, por supuesto, no podemos descartar la dimensión psicológica de haber sabido, muy pronto, que Mercedes no estaba a la altura de la competición y la larga espera de su transferencia a Ferrari en sus actuaciones y actitud ; no sería la primera ni la última vez que se produce una situación así.
Pero no cabe duda de que llegar a un equipo así, con un compañero así, y en un contexto así, es un reto aún mayor que la mayoría de los que Hamilton ha afrontado en su carrera, y todo ello en un momento en el que su carrera está en su ocaso. Y este es sin duda el adversario definitivo del británico, el único al que no puede vencer: los estragos del tiempo.