Las ganadoras anteriores han disfrutado triunfalmente de las giras de regreso a casa con la corona. Pero para Sheynnis Palacios, lo que se suponía que iba a ser un gozoso logro se ha convertido en un camino delicado.

Sheynnis Palacios, la primera nicaragüense en ganar el certamen de Miss Universo, vive ahora en Nueva York, como es habitual durante el año después de ganar el título.
A principios de este año, a Sheynnis Palacios le tomaban las medidas en una tienda de confección personalizada de Manhattan. Después de todo, Miss Universo siempre necesita ropa nueva.

Para el interior de su chaqueta hecha a la medida, pidió que le cosieran el dibujo de un ratón, en homenaje a un apodo que le puso su bisabuelo fallecido porque le encantaba tomar queso del refrigerador a escondidas. También quería que el traje tuviera flecos azules y blancos.

“Es por mi país”, le dijo a Ksenia Konovalova, la modista. “La bandera”.

Mientras las dos mujeres charlaban sobre diferentes estilos de chaquetas, Konovalova preguntó a Palacios si seguía viviendo en Nicaragua. La sala se quedó en un incómodo silencio. Finalmente, un asistente de Miss Universo intervino para decir que Palacios vivía en Nueva York como parte de sus obligaciones.

Normalmente, una corona de Miss Universo es motivo de celebración en un país. Cuando Palacios la obtuvo, era la primera vez que una concursante de Nicaragua, un país de siete millones de habitantes, se alzaba con la corona.

Al instante, la joven de 24 años de origen humilde se convirtió en una heroína en su país, donde la gente la celebró en las calles de Nicaragua, cantando el himno nacional y ondeando la bandera del país.

Pero las cosas se complicaron rápidamente. El gobierno autoritario nicaragüense del presidente Daniel Ortega pasó de aplaudir inicialmente la victoria de Palacios a tomar medidas enérgicas contra quienes la apoyaban, incluida la detención de familiares de la directora del concurso Miss Nicaragua, que había seleccionado a Palacios para representar al país en el certamen mundial.

Las ganadoras anteriores han disfrutado triunfalmente de las giras de regreso a casa con la corona. Pero lo que se suponía que iba a ser un gozoso logro se ha convertido en un delicado camino por el que Palacios tiene que navegar, evitando la fea verdad de que ella o las personas a las que quiere podrían sufrir repercusiones si regresa.

Este mes finaliza su año como Miss Universo, pero Palacios aún no ha regresado a casa.

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Palacios visita una tienda de ropa a medida para elegir un traje nuevo que utilizará en sus apariciones públicas.

En las entrevistas, le gusta hablar de su educación, de la importancia de su familia y del amor que siente por su país. Pero siempre tiene cuidado con lo que dice y no habla del gobierno nicaragüense. Dice que mide sus palabras porque es una “embajadora global” de la Organización Miss Universo y no solo de Nicaragua.

Tal vez una razón adicional, aunque tácita: aunque, al parecer, su abuela y su hermano pequeño se marcharon a Estados Unidos en abril tras obtener un permiso humanitario —del que no quiso hablar—, todavía tiene otros familiares y amigos en Nicaragua.

Palacios insistió en que no es una Miss Universo que no pueda volver a casa. Dijo que simplemente no ha podido volver debido a su agenda de visita de 31 países en el último año, desde Indonesia hasta Brasil y Grecia, todos viajes organizados por la Organización Miss Universo.

“Ha sido una experiencia muy bonita”, afirma. “Me ha hecho crecer como mujer. Me ha hecho ver diferentes oportunidades que antes no se me pasaban por la mente que podían sucederme, como conocer el otro lado del mundo.”

Palacios dijo que “claro” que tiene planes de regresar a Nicaragua “para disfrutar las hermosas playas de mi país, de la biodiversidad que tenemos, de compartir también con mi gente”. Aunque dijo que aún no tiene fecha, su presencia se espera con impaciencia.

 

“Ella partió de Nicaragua, pero Nicaragua no partió de su alma ni de su corazón”, dijo en una entrevista telefónica Hanny Javier Falcón, que conoció a Palacios en la universidad y sigue siendo uno de sus mejores amigos.

“Estamos confiando en que pronto a ella la vamos a poder recibir y poder compartir con ella”, continuó Falcón, que vive en Nicaragua. Dijo que querían celebrar su regreso de la misma forma en que la enviaron al certamen de Miss Universo en El Salvador el año pasado. “Es lo que todos estamos esperando”.

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En las entrevistas, Palacios se cuida de no decir nada sobre el gobierno nicaragüense.

Otros, sin embargo, han sugerido razones diferentes para la ausencia de Palacios. En mayo, Anne Jakrajutatip, copropietaria de la Organización Miss Universo, escribió en una publicación en las redes sociales que luego fue borrada que Palacios se encontraba en un “exilio indefinido” y se refirió a las “crueles intenciones” del gobierno de Ortega.

En una entrevista, Palacios negó estar exiliada. “Mi país no me ha cerrado las puertas, ni me ha llegado algún tipo de documentación o información o correo electrónico que me digan que no soy recibida”, afirmó.