¿Qué se esconde tras la renuncia en la FIA? Ben Sulayem en el centro de la tormenta

La oposición al estilo de gobierno del presidente de la FIA, Ben Sulayem, estalla antes de su reelección.

Mohammed Ben Sulayem, presidente de la FIA

Mohammed Ben Sulayem, President, FIA, on the grid

Foto de: Sam Bloxham / Motorsport Images

Con la dimisión del vicepresidente de la FIA, Robert Reid, el presidente Mohammed Ben Suleyam pierde a su dirigente de más alto rango después de él, al tiempo que arrecian las críticas contra su gestión.

Reid anunció el jueves su dimisión con efecto inmediato por lo que considera una “ruptura de los estándares de gobernanza” y “decisiones críticas tomadas sin el debido proceso”.

Sus comentarios se hacen eco de las críticas del presidente de Motorsport UK, David Richards, quien escribió en una carta abierta que “la gobernanza y la organización constitucional de la FIA son cada vez más opacas y concentran el poder únicamente en manos del presidente”.

Tanto a Reid como a Richards se les prohibió recientemente asistir a una reunión del Consejo Mundial del Deporte Motor por negarse a firmar un acuerdo de confidencialidad como parte de un protocolo más estricto impuesto por el presidente. Richards calificó la medida de “orden de silencio”.

Las críticas a la gestión de Ben Sulayem no son nuevas. La directora ejecutiva Natalie Robyn dejó su cargo el año pasado después de sólo 18 meses por problemas similares de gobernanza, tras las dimisiones del director técnico de monoplazas Tim Goss, el director deportivo Steve Nielsen, y Deborah Mayer, la presidenta de la Comisión de Mujeres en el Automovilismo de la FIA.

Aunque Ben Sulayem no ha eludido las polémicas sobre diversos asuntos, el punto central de la oposición contra su reinado se deriva de su aparente avance hacia un proyecto de lo que los críticos han caracterizado como un estilo de liderazgo más autoritario.

Alexander Wurz, Robert Reid, Deputy President for Sport of the FIA

Alexander Wurz, Robert Reid, Vicepresidente Deportivo de la FIA

Foto de: DPPI

Desde entonces, un ejército de ejecutivos, funcionarios y comisarios han sido destituidos -los críticos prefieren la palabra “purgados”- de sus cargos tras la intervención del presidente, entre ellos el veterano comisario Tim Mayer, mientras que Ben Sulayem también ha tomado medidas drásticas en otros asuntos, como las palabrotas de los pilotos y el uso de joyas por parte de éstos, y se lo acusa de paralizar la parte de gobernanza del nuevo Acuerdo de la Concordia.

Las críticas aumentaron tras la Asamblea General de la FIA celebrada en Ruanda el año pasado, en la que se votaron unos estatutos modificados que limitaban en la práctica la responsabilidad de los dirigentes de la FIA, otorgando a Ben Sulayem y al presidente del Senado de la FIA, Carmelo Sanz De Barros, el poder de decidir si tomar medidas adicionales sobre cualquier denuncia ética, incluidas las relativas a ellos mismos.

Ben Sulayem había sido objeto de una investigación por su supuesta intervención para anular una sanción contra Fernando Alonso en el Gran Premio de Arabia Saudita de 2023 y la certificación del nuevo circuito del Gran Premio de Las Vegas de F1. Tras una investigación del comité de ética de la FIA, el emiratí fue absuelto de cualquier delito.

El oficial de cumplimiento encargado de la investigación, Paolo Bassari, fue despedido más tarde tras discrepar con el presidente, y los informes sugieren que el italiano pagó el precio de oponerse a las peticiones de Ben Sulayem.

Reid afirmó que la decisión de la FIA de asumir la promoción del Campeonato del Mundo de Rallycross “sin la aprobación del Senado o del Consejo Mundial”, eludiendo la estructura de gobierno habitual del organismo, fue la gota que colmó el vaso y lo llevó a dimitir.

Esa aparente concentración de poder, que contradice la promesa electoral inicial del presidente de la FIA de no intervenir y ser transparente, es lo que está provocando que las primeras protestas contra su estilo de gestión se conviertan en un maremoto.

¿Y ahora qué?

David Richards and Mohammed Ben Sulayem, President, FIA

David Richards y Mohammed Ben Sulayem, Presidente de la FIA

Foto: Mark Sutton / Motorsport Images

La dimisión del vicepresidente Reid -el hombre que se presentó junto a Ben Sulayem a la candidatura presidencial en 2021- es, con diferencia, la salida más sonada hasta la fecha, quizá mejor comparada con la dimisión de un vicepresidente de un país por las acciones del presidente en ejercicio.

El momento no es una gran coincidencia. Ben Sulayem se presenta a la reelección a finales de año y, por el momento, no se ha identificado ningún candidato claro para la oposición. A sus 72 años, David Richards es demasiado mayor para presentarse, superado el límite de 70 impuesto por la FIA, y no está claro cuáles serán los planes de futuro de Reid, de 59 años.

Pero el hecho de que tanto Richards como Reid se hayan pronunciado públicamente en contra de Ben Sulayem sugiere que se están afilando los cuchillos y que se están tomando medidas para enfrentarse a Ben Sulayem en su intento de conseguir un segundo mandato.

Sin embargo, quienquiera que se postule contra Ben Sulayem tendrá un gran reto entre manos. El nuevo presidente será elegido por la Asamblea General de la FIA, la misma organización que votó en un 75% a favor del cambio en los estatutos de responsabilidad que tanto revuelo ha causado.

La Asamblea General está formada por todos los clubes miembros y las autoridades deportivas nacionales que representan a las 245 organizaciones miembros procedentes de 149 países, y todos los miembros tienen el mismo poder de voto. Al igual que la gigantesca FIFA, la Asamblea General anima a la presidencia a asegurarse de mantener a bordo a las naciones y clubes más pequeños, por lo que a la oposición europea contra Ben Sulayem le costará ganar la partida.

El tiempo dirá si la creciente ola de protestas se convertirá en el tsunami necesario para derrocarlo. Parece que se está tanteando el terreno.

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