Aidé, con un tono firme y cargado de resentimiento, se enfrenta a Clara Luz, recordándole los años en los que se dedicó a dañarla intencionalmente. Con cada palabra, expresa sus dudas de que Clara Luz haya cambiado realmente, insinuando que sus acciones pasadas son una sombra que aún la persigue. Aidé no oculta su desconfianza, haciendo énfasis en que el perdón no viene fácilmente después de tanto sufrimiento.
Por su parte, Clara Luz, aunque visiblemente afectada, no niega su culpabilidad. Acepta con humildad que cometió errores graves en el pasado y admite que sus acciones hirieron profundamente a Aidé. Sin embargo, también explica que la vida misma le ha pasado factura por todo el daño que causó. Con voz quebrada, confiesa que enfrenta diariamente las consecuencias de sus decisiones y que sus intentos por redimirse han sido difíciles, pero sinceros.
Este encuentro no solo revela las heridas abiertas entre ambas mujeres, sino también cómo el pasado y la búsqueda de redención pueden entrelazarse, creando un conflicto emocional donde el perdón y la reconciliación parecen posibles, pero aún lejanos.