El murciano ha puesto más peso en el cuello de la raqueta para ganar control y potencia
Fue el lunes 9 de diciembre, después de unas vacaciones en la República Dominicana y dos exhibiciones en Estados Unidos, cuando Carlos Alcaraz inició la pretemporada con vistas a su primer gran objetivo del curso: el Open de Australia. Ha estado a caballo entre la Ferrero Tennis Academy de Villena y el Club de Campo de Murcia.
El murciano aspira en las pistas del Melbourne Park a convertirse en el jugador más joven en completar el póker de títulos del Grand Slam. Ese tope histórico está en manos de su compatriota Rafael Nadal.
El campeón de cuatro grandes apenas se ha dado los domingos y los festivos de respiro antes de emprender el día 4 de enero rumbo a las antípodas. “Lo tengo en mente, tengo en mente tatuarme el canguro”.
Juan Carlos Ferrero tenía claro que debían explotar los puntos fuertes de su pupilo. Y eso pasaba por generar más velocidad con su golpe de derecha. Es por eso que trabajaron con varias raquetas Babolat con distintos pesos en el cuello de su arma hasta encontrar el más adecuado. Esto, según ha podido saber MARCA, son cinco gramos más, repartidos a través de cintas de plomo.
Alcaraz, con su raqueta
“Es una ayuda más en el golpeo. Con esa aceleración que él tiene va a ganar en potencia y peso de pelota. Con su calidad de impacto, con una raqueta con más peso, sólo tocando la bola delante aprovechas más la fuerza de cómo te viene. Se está notando muchos estos días en el resto”, explica Samuel López, técnico que se ha incorporado al banquillo de Alcaraz. De igual forma, se han probado también diferentes cordajes. Todo es un arma más para contrarrestar el juego de rivales como Jannik Sinner y Alexander Zverev, entre otros.
Con su calidad de impacto, con una raqueta con más peso, tocando la bola delante aprovechas la fuerza de cómo te viene