Ángel, tras muchas dudas y reflexiones, finalmente toma la decisión de darle una oportunidad a Briana. Han pasado semanas desde que sus sentimientos comenzaron a tomar forma, y aunque el miedo al compromiso lo retenía, ahora siente que es el momento de arriesgarse. En un encuentro íntimo y lleno de sinceridad, mira a Briana a los ojos y, con una suave sonrisa, le dice que acepta ser su novio. La emoción en el rostro de Briana es inmediata, sus ojos se iluminan con una mezcla de sorpresa y felicidad que no puede contener. El corazón le late con fuerza mientras asimila lo que acaba de escuchar, ese momento tan esperado finalmente ha llegado.

Briana, llena de entusiasmo, siente una necesidad irrefrenable de compartir la noticia. Apenas puede esperar para contarle a las personas más cercanas a ella. No pierde tiempo y decide ir a ver a Helena y Demián, quienes han sido testigos de los altibajos en su vida amorosa y siempre la han apoyado.

Al llegar, Briana se encuentra con Helena en la cocina, quien al verla entrar con una sonrisa radiante, intuye que algo grande ha ocurrido. Briana, incapaz de mantener la emoción contenida, suelta la noticia casi de un tirón: “¡Ángel y yo somos novios!” Helena, sorprendida y feliz por su amiga, la abraza con fuerza mientras ambas ríen y celebran el momento. Entre risas, comienzan a hablar sobre cómo todo esto había sido un largo camino, lleno de incertidumbres, pero que al final ha valido la pena.

Poco después, Demián, que escucha el bullicio desde la sala, se acerca curioso. Al enterarse de la noticia, sonríe con una mezcla de alegría y alivio. Sabía cuánto significaba Ángel para Briana, y aunque había sido escéptico al principio, ahora ve la felicidad en los ojos de su amiga. Con su habitual tono bromista pero sincero, felicita a Briana, asegurándole que esta nueva etapa será emocionante. El ambiente se llena de una energía cálida, donde las amistades y el amor