Cansada de verse atrapada en la guerra contra Leonor, Gabriela decide ponerle fin a su historia de amor con Tomás para evitarse más dolor.

Gabriela se siente completamente desgastada por la constante batalla emocional en la que se ha visto envuelta, luchando contra la manipulación de Leonor, quien ha hecho de su vida un torbellino de confusión y sufrimiento. La presión de la guerra silenciosa que libra con Leonor la ha dejado emocionalmente agotada, sintiendo que ya no tiene fuerzas para seguir. A pesar del amor que siente por Tomás, Gabriela sabe que continuar con la relación solo le traerá más complicaciones y dolor, por lo que decide ponerle fin. Este sacrificio, aunque doloroso, es la única forma en la que cree poder liberarse de la tormenta emocional que le arrebata la paz.

Julio es culpado por el incendio, pero Tomás está dispuesto a ayudarlo a cambio de decir la verdad.
La situación toma un giro aún más dramático cuando Julio, el hombre que ha estado en el centro de varias complicaciones, es señalado como responsable del incendio que ha afectado a muchas personas. La acusación lo coloca en una posición muy vulnerable, y aunque el peso de la culpa recae sobre él, Tomás no está dispuesto a abandonarlo. A pesar de los conflictos personales y las tensiones entre ellos, Tomás decide ayudar a Julio, pero con una condición clara: debe decir la verdad. Tomás siente que la única forma de salvar a Julio y restaurar un poco de justicia en medio del caos es que él enfrente sus responsabilidades y deje de ocultar lo que realmente ocurrió. Esta decisión representa un punto de inflexión en la historia, mostrando el conflicto interno de Tomás entre la lealtad, la justicia y la búsqueda de la verdad.