Martha intercepta el auto de Patricio para implorarle que deje en libertad a Frida ya que ella es la amiga a la que le queda poco tiempo de vida y no quiere que sus últimos momentos los pase en la cárcel.

Martha, desesperada y con el corazón en la mano, decide interceptar el auto de Patricio en un intento de cambiar su decisión. Sabe que la situación de Frida es crítica y que no tiene mucho tiempo, así que se acerca al vehículo con urgencia.

Con lágrimas en los ojos, le implora a Patricio que considere liberar a Frida. Le explica que ella es una amiga muy querida y que su salud está deteriorándose rápidamente. Martha apela a la empatía de Patricio, argumentando que nadie debería pasar sus últimos momentos en la cárcel, especialmente alguien que ha sido tan importante en su vida. Su voz tiembla de emoción mientras expresa el profundo deseo de que Frida pueda disfrutar de sus últimos días en libertad, rodeada de sus seres queridos.

La situación es intensa y emocional, y Martha espera que su súplica logre tocar el corazón de Patricio y que este reconsidera su postura.