Fátima Rojas no sabía que su vida tenía un destino determinado: La lucha grecorromana y de la vida, pues antes de llegar y convertirse en leyenda del Exatlón México la nacida en en Ixtlahuaca, Estado de México tuvo que superar gracias al oficio de su padre no una, sino dos tragedias.

“Yo no sabía que mi papá había sido luchador”, asegura Fátima Rojas, quien participó en la octaba temporada del Exatlón México como parte del Equipo Azul y fue eliminada el pasado 27 de octubre luego de haberse enfrentado a Sofía Arroyo, aunque gracias a su espíritu inquebrantable ha logrado superar estas dos tragedias y tener éxito en su carrera como luchadora: Su logro más importante fue en 2018, cuando logró bronce para México en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla.

La primera de las tragedias en la vida de Fátima Rojas

Ah, pero no fue fácil para esta leyenda del Exatlón México, pues detrás de la historia de éxito de Fátima Rojas hay dos tragedias que fueron determinantes en su carácter, ya que cuando era niña la lucha no estaba dentro de su panorama, hasta que su vida se le complicó cuando comenzó a sufrir bullying y ella no encontraba las herramientas para defenderse adecuadamente.

“Antes de empezar a luchar yo sufría un poco de bullying. Mis papás me quisieron iniciar en un deporte para que yo me supiera defender porque muchas veces yo tenía problemas de ese estilo. Íbamos al Bosque de Aragón y entrenaba una vez a la semana, luego ya fue cada tercer día; hasta que finalmente comencé a competir y entonces ya entrenaba diario”, confesó.

Fátima Rojas y el otro reto que tuvo que superar

En 2023, no obstante, No obstante, tuvo otro bache cuando perdió su estabilidad emocional hasta el punto de que rozó con el diagnóstico de depresión: “Hace un año era una Fátima completamente diferente, una Fátima qué estaba deprimida. Me era muy difícil salir de la cama, comer, sonreír, siempre buscando una explicación razonable de por qué me estaba sucediendo tanta cosa fea”, publicó en sus redes sociales en junio de 2024.

Y añadió: “Aunque quizá parecía todo lo contrario, mi vida estaba llena de caos y cambios drásticos, dolor físico, mental y un corazón roto por más de una razón. No me imaginaba qué al siguiente año estaría en Nueva York haciendo lo que más amo, visitando esta ciudad icónica la cual siempre había querido conocer desde que era niña y celebrando mi cumpleaños con un picnic en Central Park. Aunque aún estoy sembrando mi futuro, abrazo mi presente, lo vivo con entusiasmo y trabajo en hacer realidad mis sueños teniendo fe en el proceso, sin desistir, con el corazón inquebrantable”.