Michael Jordan tuvo a los Cleveland Cavaliers como una de sus víctimas favoritas a lo largo de su carrera. A fines de los 80′, Chicago se disputó el cetro del este con los dominantes Celtics, aunque también con los Pistons y los Cavaliers. El elenco de Ohio contó con jugadores talentosos como Mark Price, Craig Ehlo, Larry Nance y Brad Daugherty, además de un entrenador legendario en Lenny Wilkens. Sin embargo, nunca pudo superar el enorme obstáculo que representó la franquicia de Illinois.
Los Cavaliers enfrentaron a los Bulls de Michael Jordan en cuatro oportunidades, pero nunca salieron victoriosos de los cruces. Padecieron dos 3-2 en las primeras rondas de 1988 y 1989. Vieron como sus sueños de campeones se hacían añicos a causa de un 4-2 adverso en las finales del este de 1992. Y volvieron a la siguiente postemporada sólo para ser barridos con un 4-0 en la instancia inicial de 1993. Como si todo esto hubiese sido poco, volvieron a chocar con la franquicia un año más tarde -cuando MJ se había retirado momentáneamente- y volvieron a caer en cuatro juegos corridos. Una verdadera pesadilla.
El daño que causó Jordan en las expectativas de los Cavaliers pudo verse en Daryl Morey, el gerente general de los Philadelphia 76ers. El oriundo de Cleveland dijo en 2020 que se negaba a ver The Last Dance, la serie que lanzó Netflix sobre el éxito de los Bulls. «Me tiraría por el balcón si tuviera que hacerlo. No tengo interés de ver una vez más a mi querido equipo siendo ajusticiado por Michael Jordan», señaló a ESPN LA radio.
EL ESCENARIO EN 1988
Los Bulls hicieron un estupendo Draft en 1988, que empezó a torcer el mal rumbo de la franquicia. Tras una 1986-87 en la que apenas ingresaron a la postemporada y fueron barridos por los Celtics, hicieron un gran Draft. Primero, se hicieron con los servicios del histórico Scottie Pippen (5°) al enviar a Greg Polynice (8°); una segunda ronda de 1988 (Sylvester Gray) y una primera ronda de 1989 (BJ Armstrong). Posteriormente, con el décimo puesto, ficharon a Horace Grant, pieza clave del triplete de 1991-93.
Estos movimientos le dieron una bocanada de aire fresco al equipo de Doug Collins. Si bien Chicago contó con una mayor cantidad de opciones de goleo por fuera de Jordan. Esto potenció al escolta que hizo lo suficiente para demostrar que era el mejor de la liga: MVP de fase regular; mejor jugador defensivo; MVP del All-Star y campeón del concurso de volcadas. El gran esfuerzo colectivo permitió un 50-32 que le dio el tercer puesto a la franquicia de Illinois.
Por su parte, los Cavaliers llegaron como uno de los mejores equipos defensivos y querían sacar jugo de esta virtud para frenar a los favoritos. Los de Ohio habían logrado una marca de 42-40 que les permitió volver a la postemporada después de tres años. Los jóvenes Mark Price, Ron Harper -quien posteriormente jugó en los Bulls- y Brad Daugherty encabezaban a un plantel duro, aunque con claras falencias ofensivas.
EL RÉCORD DE JORDAN
Como Chicago tuvo un mejor rendimiento en la fase regular, tuvo el honor de abrir la serie en casa en la noche del 28 de abril de 1988. La visita tomó una leve ventaja de 29-23 en el primer cuarto de la mano de Craig Ehlo. Sin embargo, el local respondió por dos vías: defensa y Jordan. A base de presión defensiva para forzar pérdidas, le dio a su superestrella la chance de correr de contraataque y tomar confianza. Tener al mejor jugador de la historia con el autoestima por las nubes fue algo letal para el elenco de Wilkens.
Hizo gala de su interminable cantidad de recursos para anotar y castigar cada error rival, por lo que comandó el 104-93 que puso el 1-0 en la serie. Ya sea con un cambio de mano en el aire; saliendo de una cortina indirecta para un tiro de media distancia; o aprovechando la penetración para acercarse al aro, anotar y de paso forzar una falta, el 23 de los Bulls no ofreció chance de respuesta defensiva. Michael Jordan cerró la noche con 50 puntos producto de un 19/35 en tiros de campo -todos ellos lanzamientos de dos puntos- y un perfecto 12/12 desde la línea de tiros libres. En aquel entonces, esa fue su segunda mejor producción en siete juegos de Playoffs, sólo por detrás de los 63 tantos anotados a los Boston Celtics -máxima de toda la liga en la instancia- en el segundo juego de la serie de 1986.
La mejora del plantel de los Bulls se hizo más notoria en el segundo juego, el del 1 de mayo de 1988. Como Cleveland pasó de anotar 93 a 101 puntos y cometió menos errores ofensivos, limitó los tantos rápidos del local. Esto obligó a Chicago a buscar otras opciones con la defensa rival plantada y la encontró en la creación de juego de sus hombres grandes. El tándem de Charles Oakley (17 puntos, 12 rebotes y siete asistencias) y Sam Vincent (nueve tantos y 14 asistencias) asumió la conducción y alejó a los interiores rivales del aro. Esto le dio a Jordan los espacios para hacer lo que quiso con cuanto defensor tuvo pegado a su espalda.
El juego de cortinas liberó a Jordan y le dio el espacio necesario para castigar con su tiro de media distancia. Anotó 24 tiros de campo, la mayor marca de la historia de un partido de Playoffs, récord que aún continúa en la actualidad. Necesitó de 47 lanzamientos para llegar a 55 puntos. Lideró la remontada tras un mal arranque, puso el 102-101 a un minuto del final, forzó el error de Harper en el otro costado y sentenció el juego con sus tiros libres. Una de las mejores producciones de todos los tiempos para encabezar el 106-101 que puso el 2-0 en la serie.
«Hicimos todo lo posible para frenarlo, pero no importó. Anotó tiros muy buenos. ¿Qué más podría decir?», le dijo Wilkens a The Washington Post tras el partido.
Desde entonces, Michael Jordan se mantiene como el único jugador de la historia que anotó 50 puntos (o más) en juegos consecutivos. Además, es uno de los cuatro jugadores en registrar al menos dos juegos de 50 unidades en una misma serie de Playoffs. Luego se le sumaron Allen Iverson (vs Toronto Raptors – semifinales de conferencia del este del 2001); Jamal Murray y Donovan Mitchell (ambos en la serie entre Denver Nuggets y Utah Jazz de la primera ronda del oeste del 2020).
EL CIERRE DE LA SERIE
A pesar del arranque adverso, Cleveland llegó a ganar los siguientes dos juegos para forzar un quinto y definitorio. Jordan anotó 38 y 44 tantos respectivamente en los siguientes dos juegos, pero el elenco de Ohio festejó ante su gente. Este redobló su esfuerzo defensivo sobre el resto del elenco para conseguir las victorias (110-102 y 97-91).
Sin embargo, cuando la serie volvió a Chicago para el juego definitorio, nadie iba a parar a los Bulls. El rookie Scottie Pippen, que había sido jugador de rol en casi toda la serie, elevó su nivel (24 puntos, seis rebotes, cinco asistencias y tres robos). Así, complementó a Michael Jordan que encajó 39 tantos para comandar el 107-101 que permitió el pasaje a la siguiente instancia. Esa fue la primera gran noche del tándem legendario de Chicago en postemporada.
Su majestad cerró la serie con una media de 45,2 puntos, el segundo promedio más alto por cualquier jugador en una serie de Playoffs. Tan sólo la leyenda de los Lakers, Jerry West, con 46,3 tantos frente a los Baltimore Bullets (hoy Washington Wizards) en las finales de conferencia del oeste de 1965, tiene la dicha de estar por encima de él.
Chicago fue eliminado en la siguiente instancia por los Detroit Pistons, su mayor escollo durante la era Jordan, aunque lo terminó logrando en 1991. Cleveland jamás le encontró la vuelta al nacido en Carolina del Norte.