Es el poseedor de las marcas de más triunfos, aperturas, entradas lanzadas y ponches para lanzadores mexicanos en la historia de las Grandes Ligas
Ciudad de México (www.lmb.com.mx / Leopoldo Ramírez Quezada) 22 de octubre de 2024.- Protagonista de batallas memorables, emblema de los inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos, embajador del deporte mexicano, motivo y pretexto que acercó a millones de aficionados al Rey de los Deportes.
Al escucharlo, el nombre de Fernando Valenzuela (Etchohuaquila, Sonora, 1960) evoca de inmediato hazañas deportivas. Conforme el nombre del “Toro” resuena, nos llega a la mente el recuerdo de su número 34 y de su mirada al cielo antes de cada lanzamiento. Al final, queda la imagen del gran pitcher zurdo que logró en vida la hazaña de convertirse en leyenda.
Valenzuela Anguamea nació el 1 de noviembre de 1960 en Etchohuaquila, Sonora: una ranchería del municipio de Navojoa, al sur del estado, que actualmente tiene menos de mil habitantes.
Fernando fue el menor de una familia de doce hermanos. Sus padres, ambos campesinos, fueron Avelino Valenzuela y Hermenegilda Anguamea. Fue en ese ambiente rural en Etchohuaquila, en donde Fernando Valenzuela destacó rápidamente como serpentinero y a los 17 años de edad, en 1977, participó en un juego de estrellas representando a Ciudad Obregón, en el que fue nombrado el Jugador Más Valioso.
En ese mismo año inició su carrera en el beisbol profesional, luego de brillar en el Torneo Nacional de Primera Fuerza en La Paz, Baja California Sur, desde donde fue enviado a la Liga Central con los Cafeteros de Tepic.
Debutó en el Parque Gilberto Flores Muñoz en 1977, en un juego entre los Pureros de Compostela y los Cafeteros de Tepic. Fernando llamó la atención de otro equipo de esa misma Liga Central, los Tuzos de Silao, quienes lo firmaron por 250 dólares. En su primera temporada tuvo récord de 5-6 y un promedio de carreras limpias admitidas de 2.23.
Al año siguiente, en 1978, la Liga Central fue absorbida por la Liga Mexicana de Beisbol y Fernando Valenzuela fue contratado por los Ángeles de Puebla. La novena poblana envió al joven de 18 años, en calidad de préstamo, a los Leones de Yucatán, con quienes realizó su debut en la LMB.
Fernando Valenzuela ganó aquel año la designación al Novato del Año, luego de finalizar con marca de 10-12 y una efectividad de 2.49 en 26 aperturas, completó 12 juegos y se apuntó dos blanqueadas. En 181.0 entradas de trabajo otorgó 70 bases por bolas y a cambio recetó 141 chocolates.
LOS DODGERS SE APARECEN EN SU CAMINO
En el transcurso de la temporada de 1979 en la Liga Mexicana de Beisbol, varios equipos de las Ligas Mayores enviaron buscadores de talento para observarlo. Ahí fue cuando apareció la figura del scout cubano Camilo “Corito” Varona y la fantástica anécdota con los detalles de la firma del joven lanzador zurdo.
Varona era cazador de talento para los Dodgers de Los Ángeles. La idea del equipo en aquella época era encontrar un parador en corto: tenían la mira puesta en el veracruzano Alí Uscanga, quien jugaba para los Tecolotes de Nuevo Laredo, pero detuvo su atención en el pitcher zurdo del equipo rival, los Leones de Yucatán. Valenzuela ponchó en tres lanzamientos a Uscanga y Varona comentaría después “olvidé todo acerca del shortstop y me dediqué el resto del juego a evaluar al pitcher zurdo”.
Ahí fue cuando los caminos de Fernando Valenzuela y los Dodgers se cruzaron.
“Corito” Varona trabajaba de la mano con Mike Brito, a quien le llegó el reporte sobre Fernando Valenzuela con el comentario de que “ese pitcher es el hombre que necesitamos” y en el que se instó a Brito para que viajara a México para ver al zurdo con sus propios ojos.
Brito atendió el llamado, quedó maravillado por Valenzuela y lo recomendó para que los Dodgers lo firmaran, lo cual ocurrió el 6 de julio de 1979. La transacción entre los Dodgers y los Ángeles de Puebla fue por 175 mil dólares. El sueldo de Fernando era el más bajo permitido en aquella época: 32,500 dólares cuando debutó en la Gran Carpa.
Fernando cerró aquel año de 1979 lanzando en las sucursales de los Dodgers. Realizó tres aperturas para los Lodi Dodgers de la Liga de California de Clase A. Fue en aquella época cuando “El Toro”, después terminar su compromiso en sucursales y ser enviado a la Liga Instruccional de Arizona, aprendió de Bobby Castillo, pitcher de los Dodgers entre 1977 y 1985, a lanzar el tirabuzón, también conocido como screwball: pitcheada que catapultó al joven zurdo mexicano a la fama.
Entre los lanzadores más destacados que utilizaron el screwball se encuentran Christy Mathewson, Warren Spahn, Mike Cuéllar, Carl Hubbell, Juan Marichal, Fernando Valenzuela y Mike Marshall.
En aquella época, un diario local de Los Ángeles comparó la mecánica de Valenzuela con la de Warren Spahn y comentó que el mexicano tenía una curva devastadora.
En 1980 “El Toro” ascendió a Clase Doble A con los San Antonio Dodgers, con quienes lideró la Liga de Texas en ponches con 162. Tuvo marca de 13-9 y un porcentaje de carreras limpias permitidas de 3.10. Eso fue suficiente para ser promovido a realizar su debut en el mejor beisbol del mundo. Llegó al equipo grande de los Dodgers en la recta final de la temporada de 1980.
El lunes 15 de septiembre, en un juego ante los Bravos de Atlanta en el ya desaparecido Parque del Condado de Fulton, Fernando ingresó al duelo en la sexta entrada, con los Dodgers abajo en la pizarra 5-0. Fue el tercer lanzador utilizado aquel día por el manager Tommy LaSorda. Fernando Valenzuela hizo batería con Mike Scioscia y retiró en orden a los primeros cuatro bateadores que enfrentó: Bruce Benedict fue dominado con un elevado al jardín central, el tapatío Luis Gómez y Tommy Boggs fueron retirados con rolas a la antesala, mientras que Jerry Royster recibió el primero de los 2,074 ponches que recetó “El Toro” en su carrera ligamayorista.
Desde entonces, Mike Scioscia se volvería el receptor de cabecera de Fernando. Al inicio de su carrera, Valenzuela tenía problemas para comunicarse en inglés. Scioscia aprendió español y con el paso de los años se volvió su receptor de tiempo completo.
Al final, Valenzuela tuvo en su año de debut en la Gran Carpa marca de 2-0 y una efectividad inmaculada de 0.00 en 10 salidas, todas como relevista, y 17.2 entradas de labor.
LA ÉPOCA DE MAGIA CON LA FERNANDOMANÍA
En tan sólo cuatro años, de 1978 a 1981, Fernando Valenzuela pasó de hacer su debut como pelotero profesional a convertirse en jugador estrella de las Grandes Ligas. En 1978 en la Liga Central de México, 1979 en la Liga Mexicana de Beisbol, en 1980 el debut en MLB y en 1981 llegó al estrellato.
El sonorense logró quedarse con los Dodgers en el roster del Día Inaugural. El primer día de la campaña, el 9 de abril de 1981, el pitcher programado para iniciar el juego en el Dodger Stadium ante los Astros de Houston, el derecho Jerry Reuss, tuvo molestias y se declaró imposibilitado para lanzar. El abridor del segundo juego de la campaña, Burt Hooton, no estaba listo, por lo que el manager Tom Lasorda le dio la pelota a Fernando Valenzuela, quien estaba programado para iniciar el tercer juego: el novato respondió a la confianza de su manager y se apuntó una blanqueada de cinco imparables: así fue como se ganó para la siguiente década un sitio en el staff de abridores del equipo angelino.
En sus primeras ocho aperturas de 1981, Fernando Valenzuela acumuló marca de 8-0, algo que no se lograba desde 1946. “El Toro” completó esos ocho juegos, incluidas cinco blanqueadas. Esa racha quedó rubricada con una efectividad de 0.50, con 17 bases por bolas y 68 ponches en 72.0 entradas de labor: había nacido la Fernandomanía.
Su gran carisma y su peculiar forma de lanzar lo convirtieron en ícono del deporte mexicano. Acaparó la atención de los medios de comunicación. Millones de aficionados en México y la comunidad latina en Estados Unidos estaban al pendiente de sus actuaciones.
Además, la estadía de Fernando Valenzuela con los Dodgers en la década de los años 80 sirvió para que la organización se reconciliara con la comunidad de mexicanos en California. Dodger Stadium fue construido en Chavez Ravine, una zona en la que vivían muchos México-Americanos que fueron desplazados de la zona para la construcción del estadio.
La ”Fernandomanía” se extendió hasta la Serie Mundial. Con los Dodgers abajo 0-2 en el Clásico de Otoño, Fernando Valenzuela subió a la lomita de las responsabilidades para el Juego 3 ante los Yankees de Nueva York y lanzó un juego completo de 9.0 entradas, con cuatro carreras, nueve hits, siete bases por bolas y seis ponches. Valenzuela le devolvió la vida a los Dodgers, que ya no volverían a perder en esa Serie Mundial. Aquel día “El Toro” se convirtió en el primer mexicano en iniciar un juego de Serie Mundial, primero en ganar un juego y único hasta el momento en lanzar un juego completo.
Terminó la campaña de 1981 con récord de 13-7 y una efectividad de 2.48 en 25 aperturas. Obtuvo el premio al Novato del Año y el Trofeo Cy Young, para convertirse en el único en la historia de las Grandes Ligas en ganar esos dos premios el mismo año. Además, se llevó el Bat de Plata como lanzador en la Liga Nacional y su anillo de campeón de la Serie Mundial.
En su vida personal, Fernando Valenzuela se casó ese año con Linda Burgos, maestra de escuela en Yucatán, con quien tuvo cuatro hijos.
Para 1982 los Dodgers le extendieron al “Toro” un contrato por 350 mil dólares, algo nunca antes visto para un pelotero en apenas su segundo año completo en las Grandes Ligas. El zurdo terminó con marca de 19-13 y un porcentaje de carreras limpias admitidas de 2.87 en 37 aperturas.
En la temporada de 1983 Valenzuela se fue al arbitraje salarial y consiguió un contrato de un millón de dólares: fue de los primeros en obtener un acuerdo de siete dígitos. En loma de los disparos, continuó con un desempeño increíble: tuvo récord de 15-10 y un porcentaje de carreras limpias admitidas de 3.75 en 35 juegos iniciados.
El dominio del “Toro” también llegó al Juego de Estrellas. El 15 de julio de 1986, en el Astrodome de Houston, Teodoro Higuera relevó por la Liga Americana y Fernando Valenzuela por la Liga Nacional. En la quinta entrada “El Toro de Etchohuaquila” ponchó a Higuera para empatar la marca de Carl Hubbell, que databa de 1934, de cinco ponches consecutivos en Juego de Estrellas.
La de 1986 sería su mejor campaña en las Grandes Ligas: tuvo récord de 21-11 y una efectividad de 3.14 en 34 aperturas, completó 20 juegos y estableció la marca aún vigente de más ponches en una temporada para un mexicano, con 242. Quedó segundo en la carrera por el Cy Young de la Liga Nacional, detrás de Mike Scott, de los Astros de Houston.
En 1988, año en lo que los Dodgers le ganaron la Serie Mundial a los Atléticos de Oakland, Fernando Valenzuela sólo ganó cinco juegos y se perdió gran parte de la temporada debido a una lesión en su brazo de lanzar.
En aquella década de magia con los Dodgers, mirando al cielo invariablemente entre pitcheo y pitcheo, Fernando Valenzuela fue convocado en seis ocasiones al Juego de Estrellas (de 1981 a 1986). Lideró la MLB en juegos ganados en 1986 (21); en aperturas en 1981 (25); en juegos completos en tres ocasiones: 1981 (11), 1986 (20) y 1987 (12); en blanqueadas en 1981 (8); en innings lanzados en 1981 (192.1); y en ponches recetados en 1981 (180).
Ganó el Premio al Novato del Año de la Liga Nacional en 1981, el Premio Young de la Liga Nacional en 1981, el Guante de Oro para lanzador en 1986 y en dos ocasiones se llevó el Bat de Plata como lanzador: 1981 y 1983.
PRIMER JUEGO SIN HIT NI CARRERA PARA UN MEXICANO
El 29 de junio de 1990 Fernando Valenzuela lanzó un juego sin hit ni carrera con los Dodgers de Los Ángeles ante los Cardenales de San Luis. “El Toro” lanzó las 9.0 entradas sin hit, otorgó tres bases por bolas y ponchó a siete. Su receptor fue Mike Scioscia y el último out del juego fue una rola para doble play del dominicano Pedro Guerrero, su ex compañero de muchos años con los Dodgers.
Ese mismo día, por la mañana, Dave Stewart lanzó un no-no con los Atléticos de Oakland ante los Azulejos de Toronto. Cuenta la leyenda que previo al juego de los Dodgers, durante el calentamiento, al enterarse Valenzuela de la joya de pitcheo de Stewart, él comentó a manera de broma “ya vieron uno en televisión, ahora verán uno en vivo”.
El zurdo fue dejado en libertad por los Dodgers después del entrenamiento primaveral de 1991. De esta manera llegó a su final el romance de Fernando Valenzuela como pelotero con los Dodgers de Los Ángeles. Esa temporada salió del equipo y encontró refugio con los Angelinos de California.
En 1992 causó revuelo con los Charros de Jalisco en su regreso a la Liga Mexicana de Beisbol. En un Parque Deportivo del Seguro Social abarrotado de fanáticos por ver en acción a Fernando Valenzuela, en un juego ante los Tigres Capitalinos, Rafael “Chivigón” Castañeda lo castigó con un cuadrangular con la casa llena que puso en ebullición a la antigua catedral del beisbol en México. Aquel año con los Charros, Valenzuela finalizó con marca de 10-9 y un porcentaje de carreras limpias admitidas de 3.86 en 22 aperturas, actuación que le sirvió para retornar al mejor del beisbol del mundo con los Orioles de Baltimore en 1993.
De nueva cuenta la LMB y los Charros le sirvieron de trampolín a Fernando para regresar a las Grandes Ligas en 1994: tuvo marca de 10-3 y una efectividad de 2.67 en 17 inicios con Jalisco para convencer a los Filis de Filadelfia de brindarle una oportunidad.
Posteriormente se enfundaría en las franelas de los Padres de San Diego y los Cardenales de San Luis, para de esa forma rubricar una fantástica carrera. El exceso de trabajo en los años 80 y el uso constante del screwball, que para lanzarse requiere de un movimiento antinatural de la mano y el brazo, habrían recortado su carrera en las Ligas Mayores.
Se mantiene como el máximo ganador de juegos entre los lanzadores mexicanos en la Gran Carpa en todos los tiempos con 173. Además, aún posee las marcas entre los mexicanos en las Grandes Ligas de juegos iniciados (424), juegos completos (113), blanqueadas (31), entradas lanzadas (2.930.0) y ponches (2,074).
Otro rasgo que caracterizó a Fernando Valenzuela fue que era un buen bateador: dejó números ofensivos en MLB de .200 de promedio de bateo, 187 imparables en 936 turnos al bat, conectó 10 cuadrangulares y remolcó 84 carreras. Como bateador emergente tuvo un promedio de .368 (de 19-7). En dos ocasiones con los Dodgers fue llamado para jugar en los jardines y una vez la primera base, en un juego maratónico de extra innings.
LA VIDA POST DIAMANTE
En el 2003 regresó a la organización de los Dodgers de Los Ángeles como comentarista de radio para las transmisiones de los juegos en español, junto a Jaime Jarrin y Pepe Yñiguez. Realizó sus comentarios detrás del micrófono a lo largo de 21 años, función que desempeñó hasta que fue hospitalizado en septiembre de 2024, tres semanas antes de su fallecimiento.
El 23 de agosto del 2003 ingresó al Museo del Salón de la Fama de la Herencia Hispana del Beisbol. En 2005 fue uno de los tres pitchers abridores del Equipo Latino de Leyendas de las Ligas Mayores, junto a Juan Marichal y Pedro Martínez, mientras que para el 2013 ingresó al Salón de la Fama del Beisbol del Caribe.
En 2015 fue contratado como comentarista en español para SportsNet LA. Formó parte del staff de coaches de la Selección Mexicana de Beisbol para las ediciones 2006, 2009 y 2013 del Clásico Mundial de Beisbol.
Ingresó al Salón de la Fama del Beisbol Mexicano, como parte de la generación del 2014, junto a Daniel Fernández, Ricardo Sáenz y Cuauhtémoc Rodríguez (directivo).
En 2017 compró al equipo Tigres de Quintana Roo de la Liga Mexicana de Beisbol, de quienes fue el Presidente del Consejo de Administración hasta el día de su deceso.
El 4 de febrero de 2023, los Dodgers anunciaron el retiro de su mítico número 34. La novena angelina hizo su segunda excepción a la regla de que sólo jugadores del Salón de la Fama de Cooperstown pueden tener su número retirado, el otro es el número 19 de Jim Gilliam, retirado por los Dodgers en 1978.
Fernando Valenzuela forma parte del olimpo de los deportistas mexicanos de todos los tiempos. Su influencia en el beisbol, por lo realizado en el terreno de juego, fue único y memorable, pero todo lo conquistado más allá de los diamantes, emerger desde una minoría y conquistar millones de corazones, lo coloca para la eternidad como la más fantástica de las leyendas en la historia del beisbol mexicano.
“¡Bravo por ti, Fernando! —es la narración ya clásica de Pedro “El Mago” Septién tras caer el out 27 y el triunfo del “Toro” en el Juego 3 de la Serie Mundial de 1981—. Eres en el beisbol: oro, mezquita y basílica, suena esto a mariachi, a jarabe, copal y cera, eres un jugador que tiene el pincel en la mano y la luz en el alma, nunca olvidaremos esto”.
Hasta siempre, Fernando Valenzuela.
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