Argentina se aferra al antiguo régimen, a pesar de las promesas de Javier Milei de dolarizar la economía; inversores prevén que las restricciones para frenar la inflación se mantengan 2025.


Antes de ser presidente de Argentina, Javier Milei prometió eliminar los controles del tipo de cambio. (TOMAS CUESTA)

Javier Milei tenía grandes y ambiciosos objetivos antes de asumir la presidencia de Argentina. Uno de ellos: eliminar el control del tipo de cambio. Pero, para decepción de empresarios, ejecutivos y argentinos de a pie, eso no parece ser tan fácil como el político había anticipado.

Argentina lleva nueve de los trece últimos años sometida a un gran andamiaje de controles cambiarios. Este incluye un tipo de cambio férreamente administrado que es, en general, un 20 por ciento más fuerte que el tipo de mercado.

Además, el gobierno también limita la compra de divisas para ahorro a solo 200 dólares por mes, cobra impuestos a quienes hacen pagos en el exterior y restringe los dólares a los importadores. Los exportadores tienen que vender sus divisas por pesos al banco central del país.

Al menos por ahora, el país se aferra al régimen, a pesar de las promesas de Milei de dolarizar la economía argentina. Muchos inversores esperan que las restricciones, cuyo objetivo es frenar la inflación en Argentina, se mantengan hasta el cuarto trimestre de 2025, después de las elecciones de mitad de mandato.

El partido de Milei, La Libertad Avanza, busca reforzar su posición y quiere evitar cualquier riesgo cambiario hasta entonces.

¿Cómo los empresarios de Argentina son afectados por los controles del tipo de cambio?

Las restricciones suponen un trastorno cotidiano para las empresas argentinas que importan y exportan bienes y servicios. Los importadores acumulan deudas comerciales con los proveedores mientras esperan los dólares del banco central y los exportadores se ven obligados a vender los suyos inmediatamente.

Carlos María Lagos es uno de quienes luchan contra el cepo. Este ejecutivo de 44 años es presidente de Regional Cargo en Buenos Aires, una agencia de carga internacional. Lagos dice estar cansado de pedir paciencia a sus proveedores de carga.

“Pago los fletes que vienen de China a Argentina 90 días después de que salgan del puerto, el doble de tiempo habitual en cualquier otro país”, dice. La razón: la demora en recibir los dólares del banco central. El gobierno permite a los importadores comprar dólares en el mercado oficial una vez que la mercancía llega al puerto. La mayoría de las veces tienen que esperar 60 días para recibir los dólares.

Lagos tiene que pagar tasas portuarias a los armadores a un tipo de cambio de 1.175 pesos, casi un 20 por ciento más débil que el del mercado oficial. “No son las condiciones ideales para trabajar”, afirma Lagos, que añade que está trasladando los costos a sus clientes. Lagos está a favor de eliminar los controles, dice. “Necesitamos poder comerciar con el mundo sin esta burocracia innecesaria y esta pérdida de tiempo”, afirma.